para Juan Carlos, a un año del primer encuentro
¿Cómo hubiera podido saber lo que esa inesperada nieve de abril me estaba anunciando?
Uno habla, uno escribe, uno escucha, y al mismo tiempo ignora hacia dónde, o hacia quién, lo llevan sus palabras.
La piedra fundacional es el compartir.
La piedra fundacional fue el compartir. Sobre ella se ha construido, y se sigue construyendo, todo lo demás: los desayunos, preparados, comprados o agradecidos; los atardeceres, las garzas, la música que cobra sentido; los abrazos, los rezos, el consuelo; voltear y encontrar una mirada cómplice, o una voz que explica; el calor y la certeza de una mano que sujeta la propia; el descubrimiento de la geografía secreta de un cuerpo, y la invención del placer; la risa hasta las lágrimas; los horizontes que se amplían, los que se ganan, los que no se acaban de comprender; las cartas, los regalos, las llamadas telefónicas, las flores; todas esas palabras que nos sostuvieron en la distancia; los paisajes, las calles, los libros y la música que ahora pertenecen a dos.
¿Qué hubiera pasado si mi hermano no me hubiera llamado para ver la nieve esa noche? ¿Qué hubiera pasado si la nieve no se te hubiera hecho la escurridiza? ¿Cómo podemos saber lo que los eventos nos traerán? No podemos. Podemos aprender a agradecer y a cuidar.
Es cierto que "la vida se cose con hilo fino", y ese hilo a menudo está hecho de azar. El destino comenzó transformando la experiencia en escritura, y ha terminado convirtiendo la escritura en la experiencia de amar.
1 comentario:
Gracias corazón.
Gracias por el año y por las líneas, que hacia el final me pusieron vulnerable al polvo, luego de releerlas con los smashing y recordar aquella larga noche de cables y preguntas.
Gracias por la experiencia de amar.
Te adoro, coso.
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