Jugamos que tu eras yo era tu
decía tu nombre y soñé
que era a mí a quien llamaba
-Adriana Enciso, Espejo
Rara, y ocasionalmente, el tiempo también encarna una imagen antigua, propia, que creíamos extinta: una fotografía viva y de colores nítidos: una voz de infancia cantando versos que habíamos olvidado, con el mismo color en la piel, la misma forma en los ojos, y el cabello como lo peinaba nuestra madre.
Rara, y ocasionalmente, el tiempo nos muestra que somos, también, fantasmas de otros cuerpos.
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