"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


27.6.11

Il tempo ci risponderà




Saluteremo dalla nostra finestra
il tempo che passa
e se passando ci riconoscerà
anche il tempo perduto
anche il tempo sbagliato
ci risponderà
Saluteremo dalla nostra finestra
e non sarà una canzone
che tutto il tempo finito ci ritornerà
ma saranno gli occhi
questi nostri occhi senza più parole
e un altro tempo sarà

20.6.11

Reencuentros

Qué bonito es reencontrar, por azar, a un viejo conocido. Más bonito aún recuperarlo. Así avisté sin esperarlo un grupo de letras familiares, impresas en un papel inusualmente rugoso, grueso, y amable. Solito estaba, pero yo no dudé ni un minuto en tomarlo. Ni siquiera me fijé en el precio.

El otro fue un flechazo instantáneo: el mismo, pero varios años después (los años nos cambian). Se veía rejuvenecido, más delgado, contundente. Dejé el libro que estaba considerando comprar de golpe, sin siquiera terminar de buscar el índice, y lo tomé. Tampoco me fijé en el precio, por supuesto, y me fui derechito a la caja.

Acá los tengo junto a mí, que tanta falta me hace la poesía. Les comparto dos poemas:

Las más bellas imágenes...

Las más bellas imágenes quedan abandonadas
si tú comienzas a hablar en la noche,
     en la costa,
todas las cosas balancean dudosas palabras y deseos.
El sonido de las ranas argentadas: sí, no, sí, no,
el mar que confunde la luna con las sonrisas
de los peces que mueren en la arena,
y tu placer, que eran las aves de sombra gris
sobre arena de cuerpo inmediato e invisible.
Luego el frío y, por un instante, los peces
     que se mueven
y se mezclan, pastosos, sembrando alevines.
Pero no miramos todo en la única noche
que supimos que nada nos pertenece.
Ya no tocaste, de pronto, la piel del agua
para que ella, sin temblor, te reflejase en carne,
y te hablara con tus propias palabras.
Nunca escuché, bajo la brisa de la tarde,
que dijeras con palabras cercanas y ciertas
sobre cómo nuestro sueño había pasado,
pero ahora sí podíamos mirarnos
porque las escamas de los peces se nos cayeron
y ya habían muerto todos los monstruos del mar,
los peces ángel y las serpientes con cabello.
Porque hubo cosas que decían que entonces
era la noche de infancia, pero ahora es de día.

En Euripos y otros poemas, de Francisco Fenton



Peanuts

                                       a mí si me importan los cominos
                                                                 Arturo Suárez

Si yo  por algo diera un cacauate
no dudaría en pedir que me firmaran
un recibo; y el mero atrevimiento
de sacar a la venta un simple rábano

me resulta impensable por ahora,
y más cuando el valor de los cominos
lleva meses trepando en las escalas
con que yo mismo cotizo todo.

El oro en polvo es polvo antes que nada;
los diamantes, carbones, y la seda,
gusanos destilados. Lo importante

ya no es lo que me importa (si algo fuera):
tengo cinco centavos en el puño
y es obvio que no voy a derrocharlos.

En Trece, de Luis Vicente de Aguinaga

19.6.11

En busca del tiempo perdido XI

                              Cosí si chiuderá il cerchio delle cose non accadute...
                                  -Alessandro Baricco, Questa storia


Existe también la posibilidad de destruir: anular el pasado e impedir el advenimiento del futuro. Pensemos en un ejemplo burdo, vanal, ridículo si se quiere: un postre. Un pastel: la dedicación de las necesarias horas, días tal vez: la adquisición de los ingredientes, la preparación de los recipientes, la búsqueda de las temperaturas adecuadas, la alquimia de las mezclas. Todo para que, en un momento dado (y a consecuencia de la falta de precaución, de no haber probado anteriormente la calidad de los ingredientes en un recipiente distinto), se vierta un huevo podrido o leche rancia. Y una vez vertida, ¿cómo separar la buena leche de la mala, lo sano de lo que quita salud, lo dulce de lo amargo? ¿Qué posibilidad queda sino que todos los esfuerzos, las horas invertidas, la salivación que anticipaba el resultado final, y hasta el gasto de dinero, acaben en la basura? El pasado quedará así desprovisto de utilidad, el futuro nunca llegará, y el presente quedará temporalmente vacío de sustento. 

Aunque también están los que opinan que un pasado roto no es nada. Al final uno se de cuenta de que nunca estuvo entero del todo.

13.6.11

Si las leyes de esta vida se empeñan en crear sólo lo transitorio, lo efímero y lo pasajero, deberíamos de empeñarnos solamente en construir castillos de arena.

11.6.11

Retrato de época

(O de la yuxtaposición).

No quise creer lo que veía. Dos hombres. Uno en el metro y otro en un camión. Il solito giornale, sensacionalista, alarmista, con el indispensable objeto-mujer en traje de baño en la portada. Y ellos como si nada. En una de las primeras planas, el cuerpo quasi-desnudo se encontraba del lado izquierdo, perpendicular al cuerpo del niño de 5 años que yacía en el piso, ensangrentado, con el titular indolente que hacía de su muerte una venta segura. En la otra, el objeto del deseo se encontraba justo encima, como si se reclinara sobre un piso inexistente. Y sonreían. Ambas sonreían. Y los hombres sostenían las hojas de sus periódicos como si sostuvieran algo perfectamente inofensivo e intrascendente.

Piangere/cantare

Un profesor alguna vez contó que, en un pueblo pequeño de población indígena, cuyo idioma ya no recuerdo con certeza, salió a caminar una mañana, y escuchó a las mujeres cantar mientras trabajaban un cultivo. Le pareció, por supuesto, hermoso. Cuando regresó preguntó qué era lo que habían cantado esas mujeres. Todos lo miraron a ver extrañados. ¿Cantar? Nadie estaba cantando en la mañana. ¡Por supuesto que sí! Él las había escuchado, en el cultivo, en la mañana, estaban cantando. ¡Ah! Dijeron. No cantaban, lloraban. Por que se había muerto un hombre. En su idioma tenían una palabra para eso. Para llorar a través del canto.

7.6.11

Meglio non parlarne

Ci sono certe cose sui quali e meglio non parlare. Non perche ci sia bisogno di mantenerli segreti. Non è per questo. Anzi, ci sono certe cose, certe sperienzie che, quando diventano parole, rimangono soltanto parole, e non riescono a trasmettere nulla, a dire nulla, oppure gli altri non riescono ad ascoltarli, a capirli, e tutto quello che ci portavamo dentro sparisce, come un fiore buttato nel cestino dei rifiuti. E la nostra testa comincia a tornare giù, e anche i nostri occhi. E c'è un silenzio molto triste. Un tesoro sparito, consegnato a nessuno. È per questo che a volte è meglio non parlarne di quelle sperienze che gli altri non saranno riusciti a capire. Perche magari le sperienze andranno via da noi, e li perderemo per sempre.