"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


23.4.11

Al final de este viaje


a Juan Carlos

Al final de este viaje en la vida quedará   
 una cura de tiempo y amor                       
nuestros cuerpos tendidos al sol              
como sábanas blancas después del amor




Las cosas pequeñas. Son siempre las cosas más pequeñas, las más cotidianas. El sonido de los pasos sobre la alfombra. El ruido de las escaleras. Abrir las ventanas por la mañana. Sentir el olor de las plantas por la noche. La luz de los focos. Los sillones. Las canastas. La vajilla en la vitrina y los libros en los estantes. Las visitas. La disposición de los muebles y de los objetos. Las puertas y las perillas. Las manchas en la pared.  Los mosquitos, las arañas y hasta los alacranes. Salir y cruzar la calle. Caminar bajo el sol hacia el centro. Los graznidos incesantes de los árboles repletos de pájaros. La temperatura y densidad del aire. El café. Entrar y sentir el silencio y la humedad. El atardecer visto desde la ventana.  Lo que más se extraña. El calor del cuerpo que nos ayuda a atravesar la noche. 

Subirme al coche cuando me recogías después del trabajo. Verte sonreír. Darte un beso. Desayunar juntos en pijama, y después sentarnos en los sillones, con el café, mientras el sol y el aire entraban por las ventanas y la puerta abiertas, y ver al gatito jugar en el jardín, y escuchar música. Trabajar juntos, cada uno en su escritorio, frente a frente, y mirarnos furtivamente. Escucharte llegar por las noches. Cenar cansados y contentos. 

Las cosas de las que está hecha la vida. Todas estas cosas seguirán: en otras calles y a otras horas. Como el ave fénix, que nunca se cansa de resucitar. 

Como dijo Silvio, como dicen Los Bunkers:

Al final de este viaje está el horizonte
al final del viaje partiremos de nuevo
al final del viaje comienza un camino
otro buen camino que seguir
descalzos contando la arena.
Al final de este viaje estamos tu y yo

Al final de este viaje me queda un corazón limpio, lleno de estos años que han sido "una cura de tiempo y amor". 

20.4.11

20 pesitos, 5 pesitos

I.
Tengo trenzitas, cuernitos, galletas, todo está muy rico, ¿cuál le doy? ¿Cuánto cuestan? Veinte pesitos, pero si me adivina la adivinanza se las regalo, pero si no me la adivina me las compra. ¿A ver? Ruge fuerte como el león y brilla como el trueno. Mmm... Pensé en el trueno: brilla, ruge, pero la respuesta no puede estar en la adivinanza... No sé. ¡El trueno! ¡Pero la respuesta no puede estar en la adivinanza! ¿Por qué no? Pues... Porque... ¿Cómo...? Bueno, la verdad la cambié, porque me la habían dicho que era brilla como el oro, pero el oro es dorado y los truenos son blancos, y pensé en el oro blanco, pero no, por eso mejor digo como el trueno. ¿Cuál le doy? Le dí un billete de veinte y lo escuché decir exactamente lo mismo a los de la mesa de al lado. Inteligente el chico, cargando su tinaja de plástico azul con bolsitas de panes y galletas, cuatro por bolsita, tendría unos diez u once años, a lo mucho, y madera de vendedor, en domingo por la noche.

II. 
Salimos del cine ya muy noche, cerca o después de las doce. Estaba enfrente de la casilla de pago, del otro lado del carril, del lado del copiloto. Era muy pequeñita, llevaba dos ramos de alcatraces un poco maltratados, y los alzaba a los coches que pasaban. Cuando nos detuvimos para pagar bajé el vidrio y le pregunté cuánto costaban, veinte pesos, me dijo, y me miró con unos ojos hundidos entre arrugas y rodeados por el cabello grisáceo, que llevaba atado en dos trenzas que parecían unirse sobre su espalda. Saqué dos monedas de diez pesos y se las dí. Me dio el ramo de alcatraces y sonrió, me dijo algo así como que Dios la bendiga.

III.
No, gracias m'ijo, no. Ahi pa' la vuelta. El taxista movió la mano, y luego me dijo, siempre piden, uno pasa por aquí seis o siete veces al día, y siempre te quieren limpiar el vidrio, no es que me agüite, antes les daba siempre, pero mire, el otro día iba pasando y los vi con una bolsa de plástico, e hizo un gesto de tomar una bolsa con las dos manos y llevársela a la nariz, con quién sabe qué, y pa' eso les da uno el dinero, no es que me agüite, no es eso, mire, el otro día se subió una señorita, traía unas tortas, a sú..., hasta se me antojaron, pero unas tortas, unas tortotaaas, y movía las manos como si tomara una bola en cada una, con gran emoción y diciendo tortotas cada vez con más enjundia y prolongando más las a's, no, no creo que este hablando de ese tipo de tortas, no se atrevería, ¿o sí? Pensé. Se acercó un chamaquito y la señorita bajo el vidrio y le dió una torta, ¿y sabe qué le dijo? Te pedí dinero, no comida, por eso yo ya no les doy nada, y son tontos, mire, el otro día fui a la panadería, había un chamaquito pidiendo dinero, yo le dije, te compro lo que quieras, órale, escoge, yo te lo compro, no quiso, cuando salí le di un pan, ¿y sabe qué hizo? Lo tiró. Yo, si no tengo hambre, pues me lo guardo para después o lo vendo o algo, pero son tontos. Mire, yo no es que me agüite, no, no es eso, mire, yo voy con mi hermano, y nos encontramos que al viejito, que a la señora con sus niños, que al niño, y sacamos cinco pesitos, y órale, cinco pesitos, el otro día íbamos en la calle y se acercó un señor a pedirnos, mire, yo le dí cinco y mi hermano cinco, y ya nos fuimos a un bar, yo no tomo, yo no tomo nada, pero nos fuimos ¿y sabe a quién nos encontramos? Al señor, y ya andaba con una mujer, ¿y para eso quería el dinero? No, uno que trabaja, y ahi anda dando, y pa qué.