"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


25.12.07

cronopios 17 - David Wilson



The rarest and most precious knowledge is not that which is imposed, but rather, that which is absorbed, inhaled almost, from the ephemeral substance of the world in which we are contained.

________- Charter of the Society for the
_________Diffusion of Useful Information.

4.12.07

Pregunta por la ciudad (sólo denuncia)

Yo también denuncio
denuncio
pero con una voz más débil
pequeña
que no es sino una pregunta por los mapas
por los territorios que se encarnan
_________________________en la piel
por los siglos que gimen
_________________ silenciosos
y aún se arrastran por las calles
entre un millón de gritos escondidos
bajo un ciento de sonrisas
_____los gritos de una mitad que ha convertido
_____los nombres de los colores
_____en malas palabras
y acepta
sin entender o sin estar de acuerdo
el disfraz
_____el maquillaje de un de nada
_____o de un buenos días

Esto no es Nueva York
pero lo que se esconde aquí
no es sólo la sangre de los patos y las vacas
también está la palabra hombre
delatando su caducidad y su vigencia
cada vez que un motor arranca
cada vez que dos cuerpos se ignoran
concienzudamente
en la calle
o cada vez que las mismas botas
se miran de manera distinta
dependiendo de quién las camine

Yo también podría rehusarme a contar los retratos
pero los pedazos de madera ya están aquí
y son
sobre todo
astillas
__ ____como piedras redondas
Y tampoco sé de qué están hechos mis anteojos
o si vine a ver el cielo o el mar
_____o lo que crece entre el plástico y el concreto

A la pregunta sobre qué hacer
podría seguir elaborando imágenes
de otras treinta realidades
que no son la mía
pero que me tocan
_____que tal vez sean más cercanas que una tangente
_____cuando miro por la ventana o cuando bajo del camión

Ante la pregunta
podría convocar la desolación de otros ojos
que no se conocen
porque son sólo nombres
_____los que les han sido dados
_____para intentar limpiar la sangre
_____que ya he mencionado

Y tal vez tampoco necesite ofrecerme
_____todos somos sacrificio
_____cuando a la pregunta por la tierra y por el mundo
_____se le oculta el silencio


Publicado en Tortilla Azul y la Nostalgia Secreta (nov. 2007), revista universitaria,
Facultad de Ciencias Políticas, UNAM

22.11.07

Findings II: The Museum of Jurassic Technology

Un hombre que entró a verlo pasó tanto tiempo mirando un sacapuntas sobre un escritorio como el que había pasado dentro de la exhibición.

La verdad ¿es contenido o forma? Y la realidad ¿un nombre para una fotografía que se ajusta a un único marco?

www.mjt.org

Recomiendo Megloaponera Foetens/ The Stink Ant of the Cameroon y Bernard Maston, Donald R. Griffith and the Deprong Mori of the Tripiscum Pleateau en la colección permanente.


Fruit Stone Carving

Almond stone(?); the front is carved with a Flemish
landscape in which is seated a bearded man wearing
a biretta, a long tunic of classical character, and thick-
soled shoes; he is seated with a viol held between his
knees while he tunes one of the strings. In the distance
are representations of animals, including a lion, a bear,
an elephant ridden by a monkey, a boar, a dog, a donkey,
a stag, a camel, a horse, a bull, a bird, a goat a lynx, and
a group of rabbits: the latter under a branch on which
sit an owl, another bird and a squirrel.

On the back is shown an unusually grim Crucifixion,
with a soldier on horseback, Longinus piercing Christ's
side with a lance, the cross is surmounted by a titulus
inscribed INRI. Imbricated ground.

Dimensions: Length 13 mm Width 11 mm.




21.11.07

En busca del tiempo perdido IV

Otras veces, el tiempo no se busca, sino se recorre. No como quien visita, reconstruyendo imágenes y sonidos, sino como quien explora, con o sin mapa en mano, un territorio, más desconocido que familiar, más obscuro entre más íntimo, entre más propio, entre más temprano.

La búsqueda pone en evidencia al ojo que se usa, levanta la pregunta por sus lupas, por sus redes y cajas. Puede, incluso, pedir que se prescinda de todo menos del oído, o de algún otro sentido más inmaterial, más sútil, menos dependiente de la luz – encontrar una brújula apropiada, tal vez alguna similar a la que se usaría dentro de algún cuerpo de agua.

28.10.07

En busca del tiempo perdido III

Uno preferiría no encontrar ciertos tiempos: impedir la posibilidad de su regreso, siempre distinto, sería lo deseable. Pero hay tiempos necios, a los que les gusta coquetear con sí mismos en el espejo: escoger variables nimias, mínimas y caprichosas: otra flor de un color similar en el cabello; un ángulo que permita ofrecer una mirada más altiva o más humilde; el gesto preferido en la mano, colocado más cerca o más lejos del cuello. O bien, jugar con las combinaciones posibles: nacer monstruos verdaderamente temibles, productos ya no de la razón (como nunca lo fueron) sino del azar y la coincidencia, y también de la belleza, que después desempacan su carga de noche para preparar (casi con devoción, pero sin olvidar la culpa) el camino del otro.

Uno quisiera verlos siempre de lejos, como se voltea, en la esquina de cualquier ciudad, hacia atrás, para no mirar lo que ha quedado oculto por los dobleces de concreto o ladrillo viejo.

Uno, cualquiera de nosotros, podría ensayar subirlos a un barquito de papel, una mañana después de una lluvia más o menos similar a alguna tormenta, y verlos alejarse, corriente abajo, completamente exentos de la posibilidad del regreso.

17.10.07

Snow

El otoño llegó hace tiempo
pero hoy lo vi
blanco
_____entre la lluvia

como si murmurara
_____el nombre del agua
_____y el nombre del frío
_____al mismo tiempo

Como si la llamara
para poder mirarla y oírla
_____silente
_____cubriéndolo todo

como si se impacientara
al saber el momento
cada vez más cercano

O
tal vez
como si supiera ya
que no llegaría

y en vez de llamarla
______quisiera construir en el aire
______la ilusión de su presencia

24.9.07

Destejer

Ofrezco el dolor de una mirada a través del aire
el dolor de una mirada detenida
que invierte su camino y corta hacia dentro

Ofrezco el dolor de la voz que carga la negativa del amante
el dolor del sonido que transporta al llanto
el dolor de la noche dividida por un gemido

Ofrezco el dolor del silencio
el dolor del aire bajo el silencio
el dolor del sueño que no puede entrar en un cuerpo cansado

Ofrezco el dolor del hilo que raspa la fibra
el dolor de un alfiler al entrar
en el centro de la planta del pie
el del filo al penetrar la carne

Ofrezco el dolor ignorante de cada paso sobre el suelo
el dolor de la tierra abierta por la siembra
el dolor de la materia podrida que pierde su estado

Es cierto, también, el de las hojas de pasto
que cortan la tierra
para abrirse paso

Ofrezco el dolor de toda trayectoria

el de la presión del lápiz sobre la hoja
el del sol al abrir el cielo
el del agua que escinde el aire
el de la espera
el de la memoria
el de toda palabra

Ofrezco el dolor
__________menos el del lugar
__________donde el dolor se lava

6.9.07

Piensa que nacen entre espinas flores

Aún queda agua en los ojos. Si eso es lo que me preguntan, si eso es lo que quieren saber. No es sólo la ciudad. No es sólo lo que supe y lo que no supe de ella. No es sólo la voz que no fue mía. No es sólo la confusión, la mía o la de otros. No es sólo el frío al tratar de entender quién quiso, y cómo. No es sólo el miedo ante el espejo cuando veo quién porta la cinta sobre los ojos, cuando me reconozco. No es sólo el nombre que gritaría, aquí, en medio de todo.

No es sólo el color de tierra roja de la voz de la ciudad cuando canta, que por ahora sólo recuerdo, o la lluvia o el calor o las dos cosas al mismo tiempo. No es sólo lo que traje o lo que dejé.

No sé qué es; si me preguntan, si eso es lo que quieren saber. Pero no es sólo eso. Es algo que tal vez ya no debería estar aquí. Algo que no acaba de terminarse. Algo que se resiste a morir, aún cuando intento no darle ningún alimento; la raíz que ha penetrado demasiado. Por eso no hace falta más que un sonido, o una conjunción de ellos, una fila de ellos, uno tras otro, no hace falta más que una danza de sonidos y entonces todo está ahí, las presencias y las ausencias, y el agua caliente y dulce, aunque debería ser salada, y los gestos, y los ojos que se cierran y escurren. Pero una danza de sonidos es demasiado, es cierto. Es que trae, además, otras cosas. Nombres. Y no sé si lo que esconde un nombre sea sólo eso; no sé ni siquiera qué se contenga en él, no estoy segura de ello, pero debe ser eso: algo que no puedo decir, algo que no puedo mirar, algo que no alcanzo a confesar, algo que no ha dejado de estar, algo que no quiero dejar. Un centro que evado: no busco los pedazos de raíz arrancada entre la tierra; no quiero ensuciarme las manos con ella.

Y tal vez todo sea, en verdad, nada sino voluntad.

Alguien alguna vez me explicó la razón del llanto – alguien que acaso sea un sabio. Debo admitir que no la recuerdo con claridad, pero tenía algo que ver con la belleza. La belleza como el motivo del llanto, la belleza de algo o de alguien más, al mirarla, al saberla, al reconocer la distancia que nos separa de ella; tal vez.

Tal vez sea esto. Si me escuchan, si esto es lo que quieren saber.

1.9.07

Preludios. Una traducción

Arrojaste la cobija,
permaneciste acostado, y esperaste;
entre el sueño y la vigilia,
observaste cómo la noche revelaba
las mil imágenes sórdidas
de las que tu alma estaba hecha;
oscilaban en el techo.
Y cuando el mundo regresó
y la luz se arrastró entre las persianas,
y escuchaste a los gorriones en las alcantarillas,
tenías tal visión de la calle
que la calle apenas podría entenderla;
sentado a la orilla de la cama, donde
rizabas los papeles de tu cabello,
o apretabas las suelas amarillas de los pies
entre las palmas de ambas manos, llenas de tierra.

30.8.07

Del viaje I

- Como es arriba, es abajo.

Y hay otro mar arriba, entre el cielo y el cielo, un mar que también es de agua, que también es de espuma, un mar que también esconde y también se mueve, a veces, y otras aparece quieto como un espejo; y en este mar también se pone el sol, también atardece, y los cúmulos se sonrojan.
Y esta agua también se convierte en tierra, en montaña, y el vacío azul que deja, en lago, en reflejo. Y este mar también tiene sus islas, y también se embravece, con olas altas que chocan unas con otras, o remolinos. En este mar uno también se sumerge, al subir, y sale de él al bajar.

Nocturno

No puedo mirarte a los ojos. La obscuridad se sienta en mí, y me acaricia, y me penetra. Y yo la complazco, como si acariciara un sexo prohibido, que siempre se me ofrece. Y dejo, también, que me toque, aún cuando su tacto me lastima, aun cuando su peso me hunde, cuando transito la noche, y la obscuridad me toma por dentro y por fuera, me lame los huesos, me hunde, me hunde, en la calle llena de basura y miseria, embellecida por el misterio de la luz que se refleja en la avenida mojada. Y tú, y no puedo mirarte a los ojos; no, no puedo; tampoco me lo pidas, porque lo seguiré negando.

Deja que la noche se asiente sobre mí, que me abra, que me devore, que me niegue la existencia aunque sea sólo por un instante, pequeño, un pedacito de descanso. Y no me pidas que te mire a los ojos; no me lo pidas. Ya hay suficiente entre lo que compartimos. Deja que permanezca oculto, que nadie lo sepa, que nadie sepa de lo que estamos hechos, cuando estamos. Deja que ahora sea el silencio, que se perpetúe como la obscuridad, como todo lo que me ha sido negado, como todo lo que he negado.

Y no digas la palabra, y no me pidas que te muestre mis ojos, que te muestre mi alma abierta, llena de llagas y fantasmas y vidrios clavados, no quiero que veas los muros, los abismos, los barrancos que me detienen, que me detuvieron, y que sólo muestro cuando las palabras pierden su peso porque la conciencia se ha escapado de la jaula, y una misma palabra significa tantas cosas distintas… y tal vez la haya dicho demasiado, o no la haya dicho lo suficiente. No importa. Las noches estuvieron ahí; yo estuve con ellas, lejos de ellas, tratando de entender su misterio, su destino; la cura, tal vez, la cura. No importa, todos somos humanos, y la noche y el día… nada, no dije nada, lo dije mal.

Puedes prender la luz, sólo si prometes que no me pedirás ver mis ojos.

22.8.07

En busca del tiempo perdido II

Hay tiempos que se pierden porque no existen, o porque no pudieron existir. Me pregunto qué es lo imposible, y qué lo origina. Las leyes descubiertas por la física limitaban lo realizable en el espacio y el tiempo, pero las nuevas ciencias ahora las cuestionan y las niegan, y abren otras posibilidades. Está también la esfera de lo posible e imposible humano, regida, tal vez, por la voluntad, por el deseo, por el miedo; por los juegos de presencia y ausencia entre todos ellos.

¿Cómo se busca un tiempo que no ha existido? ¿En dónde? ¿En quién? Tal vez sea como buscar flores en las semillas, en semillas que acaban de ser plantadas, o en semillas que no fueron plantadas; como buscar palabras en el silencio.

19.8.07

Alimento

Entonces cenaré avena con arroz
cereales
como los de algún campo

Me pregunto si hay algo humano similar a la tierra
cíclico
_____o generoso

No tengo la certeza de que la sed anteceda al agua
_________________________el cansancio a la cama
_________________________el deseo al hastío

Tampoco sé si las palabras guardan su tuétano
si alguien las germina
si son polvo o alimento

Ignoro si el dolor ajeno puede quitarme algún peso

Entonces cenaré avena con arroz
______Para que el suelo se vuelva sólido
______Para que el sol anuncie el amanecer
______Para agregar una plegaria que garantice la persistencia

10.8.07

Los campanarios de la catedral


Hace algunas semanas, casi meses ya, un amigo que tiene nombre de arcángel me llevó a ver los campanarios de la catedral. Un domingo, compramos los boletos cerca de las 11 para poder escuchar el toque del mediodía desde el techo, justo sobre la nave principal de la iglesia: a cada lado estaban cada uno de los campanarios, y la gente debajo de cada una de las campanas, lista para tirar de las cuerdas que mueven los badajos - varios hombres, un niño, algunas mujeres -. Uno de ellos debió de comenzar y los otros lo siguieron, y todo el aire se llenó del sonido.

La piedra sobre la que estaba sentada comenzó a vibrar, el agua dentro de la botella que llevaba también, y mis manos, mis brazos, mis piernas y todo el aire alrededor. No pensé en cómo las vibraciones de los sonidos afectan a las cosas, en cómo ejercen su vibración sobre ellas y cambian la composición de su alma, aunque sea temporalmente (o tal vez sólo subrayen un estado que ya subyace en ellas, liberan algo contenido o dormido), pero sentí que escuchaba al corazón de la ciudad: que el sonido caótico de las campanadas, unas sobre otras, unas contestándose a otras, todas al mismo tiempo e interminablemente, sin cesar, sin detenerse, obedeciendo a un orden secreto, que seguramente estaba ahí pero que sólo podía percibirse como un desorden, era lo que mantenía viva a la ciudad, era el espejo y el origen de su ritmo, el lugar de donde fluye el impulso de vida que dicta a la ciudad, al país, a la historia entera de México, que no se detenga jamás, que siga, que siga, de cualquier forma, bajo cualquier circunstancia, riendo o llorando, con ánimo o sin él, con fuerza o sin ella: no son sólo los ángeles hablando, no es sólo el diálogo de la virgen con algún santo, sino el sonido cuya vibración sostiene y perpetúa el terror y la belleza de la vida de México, su azar y coincidencia.

El sonido cesó, abrí los ojos y mi amigo me ayudó a subir por el techo curvo para continuar el recorrido; escuchamos las historias de campanas mal portadas y de los siglos en las que fueron construidas, y ví una escalera de caracol, hecha de madera, muy muy vieja, que subía hasta la parte más alta de uno de los campanarios; quise subir, pero ni siquiera intenté preguntar si se podía - supongo que sólo los profesionales pueden usarlas.

Antes de bajar las últimas escaleras, cuando ya toda la gente se había ido y sólo quedaban las personas que tocan las campanas, mi amigo preguntó al guía cómo es que uno se convierte a tal profesión. El guía dijo que no hay más que quererlo, que todas las personas que tocan son voluntarias; mencionó algún número que no recuerdo pero creo que rondaba el ciento de personas que regalan su tiempo para tocar las campanas, y dijo también que algunos llevan haciéndolo muchos años.

7.8.07

En busca del tiempo perdido I

Esta mañana sí toma una taza de té; el frío lo ha hecho desearla y aceptar el pan que su madre le ofrece. Con su cuchara, toma un trozo de la supuesta concha de mar, lo sumerge en el té y lo come. Pero la combinación no resulta inofensiva: va directo a un lugar dentro de su cuerpo que no se puede señalar y lo inunda, tal vez de la misma forma en que el alma se inunda y los sentidos se hinchan al recordar un beso reciente, un beso de los primeros días, en la cama, o en el camión de regreso a casa; de la misma forma, el mundo también desaparece para él.
Pero el placer no sólo le otorga, también le exige, algo: ¿qué, o quién, le ha otorgado este poder a una combinación tan contidiana, tan insignificante? ¿Qué se esconde detrás de él? ¿Cómo, y por qué, lo ha poseído justamente a él? Ningún esfuerzo es suficiente para atender la insistencia de esa demanda. Ni la mente ni la razón sirven. Tal vez, entonces, el misterio que se persigue pueda encontrarse en la substancia: toma un poco más de té y después un poco más, y la sensación comienza a desvanecerse, aunque no la exigencia. El té no da alguna pista. Es claro que la respuesta no está ahí. ¿Dónde, entonces? ¿Y cuál es la verdad que se busca? ¿El origen de ese placer? ¿O el origen de qué? La desesperación crece, crece, hasta que la búsqueda es abandonada, sustituida, y el hombre toma el té pensando en sus pequeñas preocupaciones.
Es entonces, cuando el esfuerzo intelectual ha cesado, que el misterio decide mostrarse: los domingos por la mañana y la puerta que se abre para dar los buenos días a su tía que toma el desayuno en su cuarto y le ofrece un pedacito de magdalena mojado en té, y después de eso también los jardines de la casa, la calle, los edificios y el pueblo entero de su infancia emergen, todos de la cucharada de té que ahora toma en la cocina. Es Mnemosine. La memoria. Despertada por los sentidos:
"...when from a long-distant past nothing subsists, after the people are dead, after the things are broken and scattered, still, alone, more fragile, but with more vitality, more unsubstantial, more persistent, more faithful, the smell and taste of things remain poised a long time, like souls, ready to remind us, waiting and hoping for their moment, amid the ruins of all the rest; and bear unfaltering, in the tiny and almost impalpable drop of their essence, the vast structure of recollection."
Nos esperan, como acechándonos, ansiosa y pacientemente a que el azar se decida a llevarnos hasta ellos, para entregarnos su canto: las cosas y los sentidos, escondiendo su pacto.
Me preguntaba si sería posible encontrar un recuerdo tal si uno se encuentra en una tierra en la que jamás ha estado: ¿cómo podrían los olores y sabores que pertenecerán al futuro revivir el pasado? Estaba pensando esto mientras iba en el metro, con una compilación de cuentos y otras ficciones de Virginia Woolf en la mano, justamente considerando si valdría la pena dedicar una entrada a la memoria involuntaria, siendo que mis sentidos pronto percibián estímulos completamente nuevos.
Entonces me distraje de lo que estaba pensando y me puse a leer Kew Gardens, uno de mis cuentos favoritos, "From the oval-shaped flower bed there rose perhaps a hundred stalks...", y frente a mí no apareció la imagen de la luz bailando sobre las flores, sino la de la luz inundando el piso de duela, rodeada y multiplicada por los espejos que cubrían tres de las paredes, y que multiplicaban también el único muro blanco, largo y manchado; un cuarto muy muy blanco, porque el barniz de la madera del piso se había vuelto lechoso, y el reflejo era tan espeso que formaba una ligera neblina amarilla. No miré el reflejo de la bolsa que había dejado cerca de uno de los espejos, sólo lo percibí como un conjunto de manchas en la orilla de uno de mis ojos, unas manchas que me estorbaban y que por eso había aventado con cierta prisa; tampoco quise tomar tiempo para mirar el reflejo de mi cuerpo apoyando los codos en el piso y sosteniendo mi cara, que miraba hacia el libro que ahora permanecía olvidado entre mis manos mientras el vagón seguía moviéndose, abierto, por primera vez, en la página del título tan esperado para que mis ojos escucharan las imágenes construidas por las luces y las sombras, las que el viento pintaba al mover las ramas de los árboles que protegían la cama de flores debajo; de cómo el color de los pétalos reflejado en las gotas de rocío parecía hacerlas explotar, de las hojas translúcidas y sus venas expuestas por los rayos, sin pudor, y el caracol, y mi deseo de que la maestra tardara más en llegar para que pudiera seguir leyendo en medio del agua blanca del salón de baile.
Tal vez, entonces, para invocar a la madre de las musas, el olor y el sabor pacten con el mundo material, y las imágenes con las imágenes, las palabras con otras palabras. Ellas también aguardan, en más de un sentido, el momento en que les permitamos mostrarnos sus voces. ¿O apelarán también a un sentido, un extraño sentido auditivo, mental, una sonoridad muda, pero existente? Si es así, entonces también el sonido pacta, con las palabras, y ambos también esperan para regresarnos hacia el lugar del que una vez nos extrajeron, como un conducto que primero esconde el mundo y después nos lo entrega.
"Seek? More than that: create. Face to face with something which does not so far exist, to which it [the seeker] alone can give reality and substance, which it alone can bring into the light of day."
El que recuerda crea.