"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


30.8.07

Del viaje I

- Como es arriba, es abajo.

Y hay otro mar arriba, entre el cielo y el cielo, un mar que también es de agua, que también es de espuma, un mar que también esconde y también se mueve, a veces, y otras aparece quieto como un espejo; y en este mar también se pone el sol, también atardece, y los cúmulos se sonrojan.
Y esta agua también se convierte en tierra, en montaña, y el vacío azul que deja, en lago, en reflejo. Y este mar también tiene sus islas, y también se embravece, con olas altas que chocan unas con otras, o remolinos. En este mar uno también se sumerge, al subir, y sale de él al bajar.

Nocturno

No puedo mirarte a los ojos. La obscuridad se sienta en mí, y me acaricia, y me penetra. Y yo la complazco, como si acariciara un sexo prohibido, que siempre se me ofrece. Y dejo, también, que me toque, aún cuando su tacto me lastima, aun cuando su peso me hunde, cuando transito la noche, y la obscuridad me toma por dentro y por fuera, me lame los huesos, me hunde, me hunde, en la calle llena de basura y miseria, embellecida por el misterio de la luz que se refleja en la avenida mojada. Y tú, y no puedo mirarte a los ojos; no, no puedo; tampoco me lo pidas, porque lo seguiré negando.

Deja que la noche se asiente sobre mí, que me abra, que me devore, que me niegue la existencia aunque sea sólo por un instante, pequeño, un pedacito de descanso. Y no me pidas que te mire a los ojos; no me lo pidas. Ya hay suficiente entre lo que compartimos. Deja que permanezca oculto, que nadie lo sepa, que nadie sepa de lo que estamos hechos, cuando estamos. Deja que ahora sea el silencio, que se perpetúe como la obscuridad, como todo lo que me ha sido negado, como todo lo que he negado.

Y no digas la palabra, y no me pidas que te muestre mis ojos, que te muestre mi alma abierta, llena de llagas y fantasmas y vidrios clavados, no quiero que veas los muros, los abismos, los barrancos que me detienen, que me detuvieron, y que sólo muestro cuando las palabras pierden su peso porque la conciencia se ha escapado de la jaula, y una misma palabra significa tantas cosas distintas… y tal vez la haya dicho demasiado, o no la haya dicho lo suficiente. No importa. Las noches estuvieron ahí; yo estuve con ellas, lejos de ellas, tratando de entender su misterio, su destino; la cura, tal vez, la cura. No importa, todos somos humanos, y la noche y el día… nada, no dije nada, lo dije mal.

Puedes prender la luz, sólo si prometes que no me pedirás ver mis ojos.

22.8.07

En busca del tiempo perdido II

Hay tiempos que se pierden porque no existen, o porque no pudieron existir. Me pregunto qué es lo imposible, y qué lo origina. Las leyes descubiertas por la física limitaban lo realizable en el espacio y el tiempo, pero las nuevas ciencias ahora las cuestionan y las niegan, y abren otras posibilidades. Está también la esfera de lo posible e imposible humano, regida, tal vez, por la voluntad, por el deseo, por el miedo; por los juegos de presencia y ausencia entre todos ellos.

¿Cómo se busca un tiempo que no ha existido? ¿En dónde? ¿En quién? Tal vez sea como buscar flores en las semillas, en semillas que acaban de ser plantadas, o en semillas que no fueron plantadas; como buscar palabras en el silencio.

19.8.07

Alimento

Entonces cenaré avena con arroz
cereales
como los de algún campo

Me pregunto si hay algo humano similar a la tierra
cíclico
_____o generoso

No tengo la certeza de que la sed anteceda al agua
_________________________el cansancio a la cama
_________________________el deseo al hastío

Tampoco sé si las palabras guardan su tuétano
si alguien las germina
si son polvo o alimento

Ignoro si el dolor ajeno puede quitarme algún peso

Entonces cenaré avena con arroz
______Para que el suelo se vuelva sólido
______Para que el sol anuncie el amanecer
______Para agregar una plegaria que garantice la persistencia

10.8.07

Los campanarios de la catedral


Hace algunas semanas, casi meses ya, un amigo que tiene nombre de arcángel me llevó a ver los campanarios de la catedral. Un domingo, compramos los boletos cerca de las 11 para poder escuchar el toque del mediodía desde el techo, justo sobre la nave principal de la iglesia: a cada lado estaban cada uno de los campanarios, y la gente debajo de cada una de las campanas, lista para tirar de las cuerdas que mueven los badajos - varios hombres, un niño, algunas mujeres -. Uno de ellos debió de comenzar y los otros lo siguieron, y todo el aire se llenó del sonido.

La piedra sobre la que estaba sentada comenzó a vibrar, el agua dentro de la botella que llevaba también, y mis manos, mis brazos, mis piernas y todo el aire alrededor. No pensé en cómo las vibraciones de los sonidos afectan a las cosas, en cómo ejercen su vibración sobre ellas y cambian la composición de su alma, aunque sea temporalmente (o tal vez sólo subrayen un estado que ya subyace en ellas, liberan algo contenido o dormido), pero sentí que escuchaba al corazón de la ciudad: que el sonido caótico de las campanadas, unas sobre otras, unas contestándose a otras, todas al mismo tiempo e interminablemente, sin cesar, sin detenerse, obedeciendo a un orden secreto, que seguramente estaba ahí pero que sólo podía percibirse como un desorden, era lo que mantenía viva a la ciudad, era el espejo y el origen de su ritmo, el lugar de donde fluye el impulso de vida que dicta a la ciudad, al país, a la historia entera de México, que no se detenga jamás, que siga, que siga, de cualquier forma, bajo cualquier circunstancia, riendo o llorando, con ánimo o sin él, con fuerza o sin ella: no son sólo los ángeles hablando, no es sólo el diálogo de la virgen con algún santo, sino el sonido cuya vibración sostiene y perpetúa el terror y la belleza de la vida de México, su azar y coincidencia.

El sonido cesó, abrí los ojos y mi amigo me ayudó a subir por el techo curvo para continuar el recorrido; escuchamos las historias de campanas mal portadas y de los siglos en las que fueron construidas, y ví una escalera de caracol, hecha de madera, muy muy vieja, que subía hasta la parte más alta de uno de los campanarios; quise subir, pero ni siquiera intenté preguntar si se podía - supongo que sólo los profesionales pueden usarlas.

Antes de bajar las últimas escaleras, cuando ya toda la gente se había ido y sólo quedaban las personas que tocan las campanas, mi amigo preguntó al guía cómo es que uno se convierte a tal profesión. El guía dijo que no hay más que quererlo, que todas las personas que tocan son voluntarias; mencionó algún número que no recuerdo pero creo que rondaba el ciento de personas que regalan su tiempo para tocar las campanas, y dijo también que algunos llevan haciéndolo muchos años.

7.8.07

En busca del tiempo perdido I

Esta mañana sí toma una taza de té; el frío lo ha hecho desearla y aceptar el pan que su madre le ofrece. Con su cuchara, toma un trozo de la supuesta concha de mar, lo sumerge en el té y lo come. Pero la combinación no resulta inofensiva: va directo a un lugar dentro de su cuerpo que no se puede señalar y lo inunda, tal vez de la misma forma en que el alma se inunda y los sentidos se hinchan al recordar un beso reciente, un beso de los primeros días, en la cama, o en el camión de regreso a casa; de la misma forma, el mundo también desaparece para él.
Pero el placer no sólo le otorga, también le exige, algo: ¿qué, o quién, le ha otorgado este poder a una combinación tan contidiana, tan insignificante? ¿Qué se esconde detrás de él? ¿Cómo, y por qué, lo ha poseído justamente a él? Ningún esfuerzo es suficiente para atender la insistencia de esa demanda. Ni la mente ni la razón sirven. Tal vez, entonces, el misterio que se persigue pueda encontrarse en la substancia: toma un poco más de té y después un poco más, y la sensación comienza a desvanecerse, aunque no la exigencia. El té no da alguna pista. Es claro que la respuesta no está ahí. ¿Dónde, entonces? ¿Y cuál es la verdad que se busca? ¿El origen de ese placer? ¿O el origen de qué? La desesperación crece, crece, hasta que la búsqueda es abandonada, sustituida, y el hombre toma el té pensando en sus pequeñas preocupaciones.
Es entonces, cuando el esfuerzo intelectual ha cesado, que el misterio decide mostrarse: los domingos por la mañana y la puerta que se abre para dar los buenos días a su tía que toma el desayuno en su cuarto y le ofrece un pedacito de magdalena mojado en té, y después de eso también los jardines de la casa, la calle, los edificios y el pueblo entero de su infancia emergen, todos de la cucharada de té que ahora toma en la cocina. Es Mnemosine. La memoria. Despertada por los sentidos:
"...when from a long-distant past nothing subsists, after the people are dead, after the things are broken and scattered, still, alone, more fragile, but with more vitality, more unsubstantial, more persistent, more faithful, the smell and taste of things remain poised a long time, like souls, ready to remind us, waiting and hoping for their moment, amid the ruins of all the rest; and bear unfaltering, in the tiny and almost impalpable drop of their essence, the vast structure of recollection."
Nos esperan, como acechándonos, ansiosa y pacientemente a que el azar se decida a llevarnos hasta ellos, para entregarnos su canto: las cosas y los sentidos, escondiendo su pacto.
Me preguntaba si sería posible encontrar un recuerdo tal si uno se encuentra en una tierra en la que jamás ha estado: ¿cómo podrían los olores y sabores que pertenecerán al futuro revivir el pasado? Estaba pensando esto mientras iba en el metro, con una compilación de cuentos y otras ficciones de Virginia Woolf en la mano, justamente considerando si valdría la pena dedicar una entrada a la memoria involuntaria, siendo que mis sentidos pronto percibián estímulos completamente nuevos.
Entonces me distraje de lo que estaba pensando y me puse a leer Kew Gardens, uno de mis cuentos favoritos, "From the oval-shaped flower bed there rose perhaps a hundred stalks...", y frente a mí no apareció la imagen de la luz bailando sobre las flores, sino la de la luz inundando el piso de duela, rodeada y multiplicada por los espejos que cubrían tres de las paredes, y que multiplicaban también el único muro blanco, largo y manchado; un cuarto muy muy blanco, porque el barniz de la madera del piso se había vuelto lechoso, y el reflejo era tan espeso que formaba una ligera neblina amarilla. No miré el reflejo de la bolsa que había dejado cerca de uno de los espejos, sólo lo percibí como un conjunto de manchas en la orilla de uno de mis ojos, unas manchas que me estorbaban y que por eso había aventado con cierta prisa; tampoco quise tomar tiempo para mirar el reflejo de mi cuerpo apoyando los codos en el piso y sosteniendo mi cara, que miraba hacia el libro que ahora permanecía olvidado entre mis manos mientras el vagón seguía moviéndose, abierto, por primera vez, en la página del título tan esperado para que mis ojos escucharan las imágenes construidas por las luces y las sombras, las que el viento pintaba al mover las ramas de los árboles que protegían la cama de flores debajo; de cómo el color de los pétalos reflejado en las gotas de rocío parecía hacerlas explotar, de las hojas translúcidas y sus venas expuestas por los rayos, sin pudor, y el caracol, y mi deseo de que la maestra tardara más en llegar para que pudiera seguir leyendo en medio del agua blanca del salón de baile.
Tal vez, entonces, para invocar a la madre de las musas, el olor y el sabor pacten con el mundo material, y las imágenes con las imágenes, las palabras con otras palabras. Ellas también aguardan, en más de un sentido, el momento en que les permitamos mostrarnos sus voces. ¿O apelarán también a un sentido, un extraño sentido auditivo, mental, una sonoridad muda, pero existente? Si es así, entonces también el sonido pacta, con las palabras, y ambos también esperan para regresarnos hacia el lugar del que una vez nos extrajeron, como un conducto que primero esconde el mundo y después nos lo entrega.
"Seek? More than that: create. Face to face with something which does not so far exist, to which it [the seeker] alone can give reality and substance, which it alone can bring into the light of day."
El que recuerda crea.