"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


27.9.08

Concha nácar

Cada vez que hablamos, los ojos se le ponen rojos. Lo comprendo. Es comprensible. Es normal. Lo raro sería posar la mirada en lo que es y mentirse. El corazón es el corazón. Las agujas, filos. Las heridas, cuando cierran, marcas; y el tiempo no es concha nácar.

Lo que transforma, transforma, dijo con otras palabras.

20.9.08

Reflejo

Las ventana de mi cuarto da al sur; la de la sala, al norte; hacia el este y hacia al oeste hay más casas. Cuando camino, por la tarde, generalmente lo hago hacia el oriente. Y cuando lo hago por la mañana, camino hacia el poniente. El sol siempre me queda atrás. Lo extraño, como a los amigos que hace tanto que no veo.

Hace unos días caminaba de regreso a casa, hacia el semáforo, para cruzar la habitual avenida. Y lo ví. Me golpeó en los ojos, as though he had spotted me among the crowd, even though I was the only one there. Como si alzara los brazos y los agitara en el aire con las palmas abiertas, gritando mi nombre, aprovechando la superficie que le brindó la sucesión de ventanas amplias mientras el camión pasaba frente a mí. Y me miró de frente. Como una estrella vespertina de dimensiones desmedidas. Con los colores cítricos de los cítricos amarillos, estridente, redondo y con orillas puntiagudas que herían el espacio, el aire, mis ojos, sin herirlos. Flotando ahí, frente a mí, otorgándose generoso, esperándome sin impaciencia, recordándome su presencia. Yo le sonreí, reafirmando nuestra amistad con la mirada, haciéndole saber que no lo he olvidado, que lo quiero, que lo extraño, que lo pienso; dejándole saber que su llamado me llenaba de alegría.


Bastaría, lo sé, mirar un poco hacia atrás de vez en cuando.

En busca del tiempo perdido VIII

¿Qué es lo que quiere ahora el tiempo? ¿Que nos desnudemos, que nos vistamos con lo que ya se han vestido tantos otros? ¿Que nos pongamos los harapos de la avaricia, de la ira, de la desesperación, de la soberbia, de la crueldad, del miedo? Volverse sobre sí mismo, tal vez, regresar siempre igual, aunque sea con motivos distintos, con resultados que son, esencialmente, los mismos.

O tal vez no quiera nada. Tal vez no sea el tiempo, sino nosotros, que lo seguimos moldeando con las mismas armas.

4.9.08

En busca del tiempo perdido VII

El pasado puede buscarse, si se quiere, aunque ya sólo habite en algunas esquinas, en las manchas de las alfombras, o en los lugares que los techos ya no alcanzan a cubrir. El presente nos sale al encuentro. Llega. Es ineludible, aunque intentemos evadirlo de tantas formas.

Dicen que el futuro puede encontrarse, de la forma que uno lo quiere, si uno así lo busca. Pero el reino es del azar: ese disfraz del destino - su hermano mayor, tal vez, que le indica hacia dónde dirigirse, o su amante. El lugar abstracto y concreto donde se aman el orden y el caos. A veces se llama coincidencia. Otras, milagro.