"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


27.7.08

gaviotas, 5:30

me gusta irme a dormir cuando sale el sol. No sé por qué. Tal vez sea porque hay algo como un arrullo, un murmullo de luz... Translúcida. Intrusa, un poco. Bienvenida, a medias, a través de las persianas - necias e inútiles en su empeño.

me gusta irme a dormir cuando sale el sol. No recuerdo desde cuándo. Tal vez, en realidad, nunca me haya gustado dormir de noche, y lo haga ahora sólo por costumbre, por olvido, por mansedumbre. Y sí, también me gusta mirar al sol amanecer en las nubes, en el cielo, en las ventanas de las casas, a veces, o en las superficies de los árboles - sobre todo, oírlo amanecer en los pájaros. Pero cuando voy a dormir sólo me lo imagino, o lo recuerdo, o un poco de ambos.

me gusta imaginar el mundo que apenas empieza, o que aún no empieza, o que está ya ansioso de empezar, o que se resiste - y yo aquí, acabando, apenas, sonriendo, claro, disfrutando el tiempo, que he ido haciendo mío mientras la obscuridad y los focos salen sobrando; que hago mío ahora, que me duermo, sin preocuparme mucho por las buenas costumbres, la sensatez, la lógica natural o civilizatoria, la indignación o el asombro.

el despertar es otra cosa. Pero, francamente, a quién se le ocurriría pensar en eso cuando sólo está la dulzura, el triunfo mínimo, la usurpación silenciosa, insignificante, la revuelta de un infante que roba el dulce que es para él.

22.7.08

Las horas I - riddle and flower

para Jesús


Tres hermanos viven en una casa:
son de veras diferentes;
si quieres distinguirlos,
los tres se parecen.
El primero no está: ha de venir.
El segundo no está: ya se fue.
Sólo está el tercero, menor de todos;
sin él, no existirían los otros.
Aun así, el tercero sólo existe
porque en el segundo se convierte el primero.
Si quieres mirarlo
no ves más que otro de sus hermanos.
Dime pues: ¿los tres son uno?,
¿o sólo dos?, ¿o ninguno?
Si sabes cómo se llaman
reconocerás tres soberanos.
Juntos reinan en un país
que ellos son. En eso son iguales.

Casiopea, que podía ver lo que ocurriría en los próximos treinta minutos, sabía que Momo resolvería el acertijo.

¿Qué son las horas? ¿Dónde residen? ¿A dónde van? ¿De dónde han venido? ¿Existen? Momo decía que, a veces, le parecía escuchar una música, cuando observaba las estrellas en silencio. Una vez, en otro lugar, pudo escucharla con claridad:

Poco a poco, Momo se fue dando cuenta de que se hallaba bajo una cúpula inmensa, totalmente redonda, que le pareció tan grande como todo el firmamento. Y esa inmensa cúpula era de oro puro.

En el centro, en el punto más alto, había una abertura circular por la que caía, vertical, una columna de luz sobre un estanque igualmente circular, cuya agua negra estaba lisa e inmóvil como un espejo oscuro.

Muy poco por encima del agua titilaba en la columna de luz algo así como una estrella luminosa. Se movía con lentitud majestuosa, y Momo vio un péndulo increíble que oscilaba sobre el espejo oscuro. Flotaba y parecía carecer de peso.

Cuando el péndulo estelar se acercaba lentamente a un extremo del estanque, salía del agua, en aquel punto, un gran capullo floral. Cuanto más se acercaba el péndulo, más se abría, hasta que por fin quedaba totalmente abierto sobre las aguas.

Era una flor de belleza tal, que Momo no la había visto nunca. Parecía componerse solamente de colores luminosos. Momo nunca había sospechado que esos colores siquiera existieran. El péndulo se detuvo un momento sobre la flor y Momo se ensimismó totalmente en su visión, olvidando todo lo demás. El aroma le parecía algo que siempre había deseado sin saber de qué se trataba.

Pero entonces, muy lentarnente, el péndulo volvió a oscilar hacia el otro lado. Y mientras, muy poco a poco, se alejaba, Momo vio, consternada, que la maravillosa flor comenzaba a marchitarse. Una hoja tras otra caía y se hundía en la negra profundidad. Momo lo sentía con tal dolor como si desapareciera para siempre de ella algo totalmente irrepetible.

Cuando el péndulo hubo llegado al centro del estanque, la extraordinaria flor había desaparecido del todo. Pero al mismo tiempo comenzaba a salir, al otro lado del estanque, del agua negra, otro capullo. Y mientras el péndulo se acercaba lentamente a él, Momo vio que el capullo que comenzaba a abrirse era mucho más hermoso todavía. La niña dio la vuelta al estanque para verlo de cerca.

Después de observar, con algo que tal vez haya sido muy similar al amor, varios capullos más abrirse y marchitarse, Momo comenzó a escuchar:

... los sonidos se volvían más y más claros y brillantes. Momo intuyó que era esa luz sonora la que hacía nacer de las profundidades del agua negra cada una de las flores de forma cada vez diferente, única e irrepetible.

Cuanto más escuchaba, más claramente podía distinguir voces singulares. Pero no eran voces humanas, sino que sonaba como si cantaran el oro, la plata y todos los demás metales. Y entonces aparecieron como en segundo término voces de índole totalmente diferente, voces de lejanías impensables y de potencia indescriptible. Se hacían cada vez más claras, de modo que Momo iba entendiendo poco a poco las palabras, palabras de una lengua que nunca había oído y que, no obstante, entendía. Eran el sol y la luna y todos los planetas y las estrellas que revelaban sus propios nombres, los verdaderos. Y en esos nombres estaba decidido lo que hacen y cómo colaboran todos para hacer nacer y marchitarse cada una de esas flores horarias.

Y, de pronto, Momo comprendió que todas esas palabras iban dirigidas a ella. Todo el mundo, hasta las más lejanas estrellas, estaba dirigido a ella como una sola cara de tamaño impensable que la miraba y le hablaba.

Y le sobrevino algo más grande que el miedo.

El profesor Hora le explicó, después, que el lugar al que la había llevado era su propio corazón, y que cada corazón era un lugar similar. Cada flor, una hora. Única, ciertamente, e irrepetible, pero, sobre todo, bella - las flores eran (son, tal vez) inefable belleza creada por algo así como la música de las esferas.

Life holds one great but quite commonplace mystery. Though shared by each of us
and known to all, seldom rates a second thought. That mystery, which most of us
take for granted and never think twice about, is time.

Calendars and clocks exist to measure time, but that signifies little because we all know that an hour can seem as eternity or pass in a flash, according to how we spend it.

Time is life itself, and life resides in the human heart.



Fragmentos: Momo, de Michael Ende.

Ilustración: Momo y Casiopea, por Dagmar Meinders

17.7.08

When did you come to America II - To be or not to be: Spanish, Mexican, Latin

para Chris, también


Without hesitation, the strangest, the single most irrelevant question anyone has ever asked me: What color are you? Válgame el señor. Así, cruzando la calle, con un movimiento que denotaba cierta indignación, cierto extrañamiento ante el hecho, seguramente frunciendo el ceño, como si yo fuera responsable o culpable de algo, como si yo debiera responder a alguna falla en la clasificación, o, más bien, como si yo fuera la falla, como si hubiera cometido alguna especie de pecado al no caber del todo en ninguna de las cajas. Y no es que no quiera a J. (ni tampoco que ella tampoco me quiera, pues), pero preferiría que usara la palabra nada más para decirme qué bien combinan mis zapatos con mi blusa, o que cómo me atreví a salir con esas calcetas, o para hablar de sus pinturas.

Her girlfriend was from Mexico, but she was white! Ajá, sí (el adjetivo, además). I didn't know there were white people in Mexico! Otro. You know the Beatles? Hija mía, pues en qué planeta vivo. I didn't know Mexicans knew the Beatles! Sorprendidísima mi amiga porque me puse a cantar Yellow Submarine junto con una de esas maquinitas que tienen algunos joyeritos, de esos que cuando uno los abre suenan (éstas estaban bien chipocles, como diría un ex-colega, había que darle vuelta a una mini manijita para ponerlas a funcionar, uy, y también tenían Here Comes the Sun, y otras varias que ya no recuerdo).

Otro día estaba platicando con dos amiguitas, una de ellas la misma del incidente bitle, a la cual de repente volteé a ver para sorprenderme con su mirada fija, incrédula, sorprendida, un tanto asustada: It's like two different countries. Ella ha vivido mucho tiempo en Chicago, y enseñó en una comunidad compuesta mayormente de imigrantes mexicanos. Antes de que lo dijera, yo, lo juro, estaba a punto de preguntarle ( o más bien, de afirmarle): It's like two different countries, eh?

Bueno, y ya ni qué decir de que no sepa bailar salsa, y menos de que no tenga la más pájara idea de fútbol más allá de los nombres de Pelé, Maradonna, y, claro, Hugo Sánchez (mis amiguitos de la India lo saben todo, son grandes apasionados del fútbol latinoamericano, y me bombardearon con preguntas que jamás podría responder).

Sin embargo, el descubrimiento más terrible, más doloroso, vino después de ir a ver No Country for Old Men con Rydra. Si la han visto, recordarán que salen un montón de narcos mexicanos en unos trockonones con unas llantotas y unas lucesotas, y otros de intenciones cuestionables, y ya, ni uno decente. Cuando acabó la película y prendieron las luces, Rydra y yo nos volteamos a ver. Ella estaba inclinada hacia adelante, con los brazos estirados hacia el piso, la cabeza un poco ladeada, y me dijo: I'm sorry - por tanto mexican (nótese la falta de mayúscula que en inglés es falta ortográfica, mía), como si ella tuviera cierta responsabilidad, supongo, por el tono con que se repite tantas veces la palabra (tal vez cumpliendo alguna función de embajadora). Pero ahí fue cuándo me cayó el veinte. De lo que significa la palabra. Aquí. Ahora, de verdad, no puedo ni siquiera pensar en la palabra mexican sin sentir que estoy diciendo una mala palabra, incluso cuando la uso para referirme a mí misma, incluso cuando digo, I am Mexican.

Ser Spanish. Eso es algo así como ser English por hablar inglés. Siguiendo tal lógica, los australianos y los canadienses, por ejemplo, serían ingleses. Y bueno, regresando al punto, dentro de la clasificación primera caben también los brazileños, por alguna razón que aún desconozco (a veces no es tan bueno contrariar a la gente, meterlos en camisa de once varas, moverles el tapete). Ésta es la más popular, y la decente. Mi amigo José Luis y yo el otro día nos pusimos a curiosear un libro que se llamaba algo así como Guía de cómo ser racista, en inglés el título, no me acuerdo bien; ahí nos tenían denominados bajo la categoría Hispanics. Yo supongo que algo así querrán decir.

Y bueno, Latin a nadie se la he escuchado. De repento la suelto por ahí para ver qué pasa. Silencios, la mayoría de las veces. Pero no, miento. Hace dos o tres días se la escuché a una profesora, holandesa, que la dijo muy naturalmente, si se me permite el término - se oyó bonito, bien, pues, normal.

Recuerdo que una señora hizo lo imposible por encontrar una palabra para referirse a mí, sin lograrlo: Are you working at the CAG? No. Oh, they told me someone.... someone... la mirada se dirigía insistente hacia mí, demandando no sé qué, luego hacia abajo, someone... luego hacia un lado, someone...; yo, he de confesar, nada más estaba esperando a ver qué palabra iba a soltar finalmente... con curiosidad, claro - pero no me dió el gusto, me harté pues, la diversión llegó a su fin y le dije, cándida: Someone from Latin America? Bueno, ahí sí me sentí como que misionero salvador de almas o algo por el estilo, por que la señora me miro con tanto alivio, con tanto agradecimiento, mientras decía Yes! y señalaba con la mano algún punto detrás de mí, a mi derecha (yo, claro, sonreía).

Hace unos días la misma señora me hizo un favor inesperado, de esos que toman algún tiempo e interés. La abracé con genuino agradecimiento; she hugged me back.

3.7.08

colores que no están

Me gusta ver las flores flotar en el agua. Justamente en La Sra. Dalloway (la novela de Virgina Woolf) uno de los personajes, Sally, es calificada de salvaje por una tía, por cortarle la cabeza a las rosas y ponerlas a flotar en recipientes con agua. La verdad es que así duran más. El otro día, podando una violeta africana (de un color muy fuerte, muy profundo, púrpura, cada flor como pequeñas noches cerca del atardecer) corté, sin querer, dos. Las puse en un pequeño bowl de vidrio, transparente, en un lugar donde da mucho sol. Hoy que me asomé a verlas una de ellas estaba blanca, como si el color se hubiera evaporado; prácticamente transparente, como si el color del agua estuviera decidido a poseerla.

En la tarde, caminando y viendo hacia abajo, vi unas frutitas rojas en el pasto. Recordé que mi amiga Bárbara me había dicho que los cerezos acá no daban cerezas, pero éste, que se asomaba por encima del muro, sí tenía. Tuve que interrumpir la historia que Rydra me estaba contando para mirarlo de cerca: escogí una que se viera buena, estiré la mano y la arranqué. El color era mucho más claro, rojo como pintura de kinder, y al morderla, vi que por dentro era blanca. Le dí una mirada de complicidad a Rydra, le pregunté si creería que pudieran ser venenosas, pensé que los pájaros seguramente se las comían, me la terminé y jugué con el huesito en mi boca, hasta que regresamos a la casa, cerca de las nueve de la noche.