"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


13.10.09

Sobre la utilidad de la belleza III - También es belleza


¿Quién le dedica tantos años a algo que, en sentido estricto, no existe? Un historiador, con toda probabilidad. Un investigador, ciertamente. Un obsesionador, sería la respuesta correcta. Suelo estar de acuerdo con los que piensan que los libros verdaderos—el arte verdadero—está hecho de esto: un puñado de pequeñas obsesiones personales que adquieren, gracias a los elementos sociales del lenguaje, una forma compartible. Cualquiera que haya participado en los rituales sagrados de la religión o en la experiencia súbita del amor sabe, en esto confío, que una forma puede ser compartida sin tener que ser, por necesidad, clarificada, es decir, entendida racional o intelectualmente. Uno puede pasar años, en efecto, construyendo una forma capaz de producir una experiencia. ¿De qué? Una experiencia, naturalmente, de lo que no está. Porque de eso, y no de otra cosa, se trata la escritura: producir lo que no está. Otra manera de decir lo mismo sería decir: escribir es, sobre todo y únicamente, un proceso de producción de lo real. Por eso escribir es, y esto de manera literal, una tarea imposible. Por eso el que escribe, ese obsesionador profesional, debe estar siempre preparado para fracasar y para hacerlo, aún más, de la manera más contundente, es decir, de la manera más absurda. Y esa es tal vez también, ahora que me lo pienso, una definición de la belleza.


Texto de Cristina Rivera Garza, "Una definición de la belleza"



Y un bello corolario, just 'cause:


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