"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


14.12.09

Il più bel sorriso (o de las sonrisas verdaderas)

Estaba sentado en cuclillas, diminuto, con unos pantalones grises y un suéter azul con rayas rojas. Llevaba en la mano una botella de refresco llena de agua. La sostenía en alto para después voltearla, dejando caer el agua sobre su cara, frotándola al mismo tiempo con la otra mano. Debería de tener 3 ó 4 años. Sus hermanos, que tendrían entre 6 y 11, pasaban entre los coches tratando de limpiar algún parabrisas.

Se dió cuenta de que lo estaba viendo, me miró, y me sonrió. Fue la sonrisa más sincera que haya visto, la más llena de la alegría más genuina. Entre los coches, a mitad de su baño, en un camellón en medio del tráfico, diminuto, y en cuclillas. Amplia, la sonrisa. Como si nada, como si la alegría también estuviera ahí, en medio de todo eso.

Le sonreí también, pero no con la misma sinceridad, sino más bien con amargura. No pude sostenerle la mirada; tuve que voltearme, cubrirme un poco el rostro, y tratar de ocultar que estaba llorando.

Ninguna ley del karma o del dharma, ningún dios misericordioso, ninguna promesa de paraíso o vida eterna pueden pretender justificar la vida de esos niños.

Cuando iba en la universidad, una maestra activista habló muy desdeñosamente sobre la gente que se conmovía hasta las lágrimas por las penas de otros. Nunca estuve de acuerdo. Creo que es justamente la incapacidad de conmoverse lo que posibilita la crueldad que a diario sucede a montones en este mundo. La indiferencia.

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