"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


17.3.11

Crónica de una muerte anunciada: Réquiem para Rita

                                        
        ¿Qué son los símbolos? 
        ¿La fuerte lluvia, la vida del árbol
        o el mar abierto que veo en tus ojos?








Nos hicieron esperar más de dos horas. Tanto, que nos regresó el hambre, y hasta nos dió tiempo de ir a comer unos tacos. Finalmente entramos. El lugar, como la fila, estaba lleno de chicos que tenían varios, muchos menos años que nosotros... cinco, siete, diez, tal vez más. La incomodidad de sentirse fuera de lugar, el espejo no esperado ni invitado que nos forzaba a ver. Afortunadamente encontramos otros como nosotros, y nos instalamos lo más cómodamente posible en la "zona ruca". Fue bueno también encontrar personas más extrañas que nosotros. 

Dicen que la vida está llena de coincidencias. Hacía años que no iba a un concierto en lugar rockero, éste , como tantos otros, era muy pequeño, atascado, un tanto oscuro, lleno de olor a humo, cerveza, y bandas nuevas y desconocidas que abrían el concierto. Inevitable que el cuerpo percibiera, inevitable que la memoria recordara: la primera imagen fue de la preparatoria, de amigas (a veces Bárbara, a veces Rita) contonéandonos como la Guerrero, levantando tímidamente los brazos, y cantando lo más fuerte que podíamos a ojos cerrados.

 Adentro, otras dos horas de espera. Cervezas, por supuesto, y por supuesto sobrevaluadísimas. Yo sólo tomé una porque odio los baños demasiado usados. Finalmente llegaron. Entraron por la misma puerta que nosotros y pasaron entre nosotros. Gritos, silbidos, y otros sonidos de emoción. La sencillez de la chica vocalista, y todos preguntándonos cómo carajos iban a caber todos los Hello Seahorse! en un escenario tan chiquito. Inicia la música, inicia el canto. Pero mi voz no sale, casi no me sé las canciones, mi cuerpo apenas se mueve, y mis manos permanecen en el mismo lugar, sólo para aplaudir esporádicamente.

El sonido era malísimo. Cuando hablaba, casi no se le entendía nada a Denisse. En algún momento pidió un minuto de silencio para alguien a quien admiraban mucho y había sido una gran inspiración para ella. Hubo unos grandes tontos (big assholes quiero decir) que aprovecharon el momento para gritar el nombre de su canción favorita. Denisse mantuvo los ojos cerrados, movió la cabeza de un lado a otro,  y empujó el aire varias veces con el brazo levantado y la palma abierta: ¿por qué no te callas, por qué no escuchas este silencio que nos envuelve sin temor? Yo guardé un respetuoso y confundido silencio.

Sólo después supe que había sido Rita. Rita Guerrero. Así fue como no me enteré de su muerte. Así fue como me enteré que la chica que la vio y escuchó y cantó sus canciones también había dejado de existir. Así fue como los símbolos me tocaron sin que me diera cuenta. No para siempre en la tierra, sólo un poco aquí, aunque sea de jade, aunque sea plumaje de quetzal. 

Mas blasonar no puede satisfecha, la innombrable, de que triunfe sobre tí su tiranía, que aunque deja burlado el lazo que a tu forma fantástica ceñía, poco importa burlar brazos y pecho, si te guarda habitación nuestra memoria.

Miles de ángeles guardarán el eco de tu voz.



1 comentario:

Juan Carlos Medrano dijo...

¡Bravo!

No sé si se trate de contextos similares, de entenderte sin necesidad de moverme muy lejos del sitio que cada noche habito o del entronque - enfoque sencillo y eficaz que hoy has regalado con esto.

Me quedo con lo último y agradezco el Requiem (anti-requiem) de la no - muerte / muerte no enterada de Rita Guerrero.

Me parece un espejo retrovisor para todos los que en algún punto de nuestros 16 años tuvimos la oportunidad de sentir, oler, tocar, roquear, y sentirse libres durante dos horas de concierto de Santa.

¡Me encantó!