a Juan Carlos
Al final de este viaje en la vida quedará
una cura de tiempo y amor
nuestros cuerpos tendidos al sol
como sábanas blancas después del amor
Las cosas pequeñas. Son siempre las cosas más pequeñas, las más cotidianas. El sonido de los pasos sobre la alfombra. El ruido de las escaleras. Abrir las ventanas por la mañana. Sentir el olor de las plantas por la noche. La luz de los focos. Los sillones. Las canastas. La vajilla en la vitrina y los libros en los estantes. Las visitas. La disposición de los muebles y de los objetos. Las puertas y las perillas. Las manchas en la pared. Los mosquitos, las arañas y hasta los alacranes. Salir y cruzar la calle. Caminar bajo el sol hacia el centro. Los graznidos incesantes de los árboles repletos de pájaros. La temperatura y densidad del aire. El café. Entrar y sentir el silencio y la humedad. El atardecer visto desde la ventana. Lo que más se extraña. El calor del cuerpo que nos ayuda a atravesar la noche.
Subirme al coche cuando me recogías después del trabajo. Verte sonreír. Darte un beso. Desayunar juntos en pijama, y después sentarnos en los sillones, con el café, mientras el sol y el aire entraban por las ventanas y la puerta abiertas, y ver al gatito jugar en el jardín, y escuchar música. Trabajar juntos, cada uno en su escritorio, frente a frente, y mirarnos furtivamente. Escucharte llegar por las noches. Cenar cansados y contentos.
Las cosas de las que está hecha la vida. Todas estas cosas seguirán: en otras calles y a otras horas. Como el ave fénix, que nunca se cansa de resucitar.
Al final de este viaje está el horizonte
al final del viaje partiremos de nuevo
al final del viaje comienza un camino
otro buen camino que seguir
descalzos contando la arena.
Al final de este viaje estamos tu y yo
Al final de este viaje me queda un corazón limpio, lleno de estos años que han sido "una cura de tiempo y amor".