El otro día estaba sentada cómodamente en un café, cuando escuché una voz que decía, gracias compadre, o gracias hermano, o algo así. Era una voz grave, profunda, sonora, y con un acento que delataba un... ¿cómo decirlo sin caer en prejuicios de clases sociales? Bueno, un tono tal que me hizo voltear, y vi salir a un señor un tanto regordete, melenudo, de alrededor de 50 años, que iba saliendo ya del establecimiento.
Lo seguí con la mirada y vi que cruzó la calle y se acercó a un taxi que estaba estacionado. Abrió la puerta, se subió y se fue. ¿Será que a los taxistas de vez en cuando también les gusta disfrutar de una tacita de té? Tracé mentalmente la trayectoria del taxista en reversa, así como lo vi pasando entre la pared y la barra, hacia donde está un refrigerador en una esquina junto a una puerta verde que resguarda el baño: casi indiscutiblemente, éste último su punto de origen.
Nunca me había preguntado cómo le harán los taxistas para ir al baño en horas de trabajo.
2 comentarios:
No sólo los taxistas. Algunos pseudo periodistas lo hacen también de esa manera... sólo que a estos les da por entrar a restoranes caros. Ja!
Abrazo!
jajaajajajajajajj, no lo había pensado tampoco... oye, tu podrías ser colaboradora de the years, te podrías echar un pseudo-periodista chronicles, jiiiiii
Publicar un comentario