"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."
Virgina Woolf, The Years
13.9.15
Les mots VI - ¿Puedes darle un nombre?
Graógraman calló largo rato.
- Señor -dijo luego-, ahora sé que mi muerte da la vida y mi vida da la muerte, y que ambas cosas son buenas. Ahora comprendo el sentido de mi existencia. Gracias.
Se dirigió lenta y solemnemente al rincón más oscuro de la caverna. Lo que hizo allí no pudo verlo Bastián, pero oyó un ruido metálico. Cuando Graógraman volvió, llevaba en la boca algo que puso antes los pies de Bastián con una profunda inclinación de cabeza.
Era una espada.
De todas formas, no parecía muy magnífica. La funda de hierro en que se alojaba estaba oxidada y el puño era casi como el de un sable de juguete hecho de algún viejo pedazo de madera.
- ¿Puedes darle un nombre? - preguntó Graograman.
- ¡Sikanda! - Dijo Bastián.
En aquel mismo instante, la espada salió chirriando de la funda y voló literalmente a sus manos. Bastián vio que la hoja era de luz resplandeciente que apenas podía mirarse. La espada tenía doble filo y se sentía ligera como una pluma en la mano.
- Esa espada -dijo Graógraman- estuvo siempre aquí para ti. Porque sólo puede tocarla sin peligro quien ha cabalgado sobre mis espaldas, ha comido y bebido de mi fuego y se ha bañado en él como tú. Pero únicamente porque has sabido darle su verdadero nombre te pertenece.
Fragmento de La historia Interminable, de Michael Ende.
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