"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."

Virgina Woolf, The Years


1.6.09

Las Horas V - Té - Apéndice: Tea for Two

para il mio cuore








El paseo: Tea for Two Lovers, de Richard The Photographer

Musiquita: Tea for Two, cantado por Lisa Ekdahl y el Peter Nordahl Trio


13.5.09

Las Horas V - Té



"[El bebedor de té] evita los perversos efectos del café, contraria a los fumadores de tabaco y pasa por anacoreta entre los alcohólicos. ¿Cuántas veces habré oído los lamentos pletóricos de comensales que llegan a reprocharme el no beber suficiente vino?

Casi nos disculpamos por ser bebedores de té."


"El té aspira a gestos cuidadosos. No hay que ir con prisas, sino que hay que celebrarlo sin cambio de humor, sin contrariedad, con la mente sosegada."


"Para algunos estetas, el té, y lo que trae consigo en cuanto a imágenes basadas en lo imaginario y en estrechas relaciones humanas, seguirá siendo siempre una forma de sustraerse al tiempo real."


"El té no sólo se bebe, sino que también sirve de lazo fundador entre dos o varios seres que gracias a él pactarán de uno u otro modo.

El té actúa como una tinta fértil."





Fragmentos de pequeño tratado del té, de Gilles Brochard,
y Blue Tea Pot, de Jean de Paul

23.4.09

La nieve fue cómplice


para Juan Carlos, a un año del primer encuentro



¿Cómo hubiera podido saber lo que esa inesperada nieve de abril me estaba anunciando?

Uno habla, uno escribe, uno escucha, y al mismo tiempo ignora hacia dónde, o hacia quién, lo llevan sus palabras.

La piedra fundacional es el compartir.

La piedra fundacional fue el compartir. Sobre ella se ha construido, y se sigue construyendo, todo lo demás: los desayunos, preparados, comprados o agradecidos; los atardeceres, las garzas, la música que cobra sentido; los abrazos, los rezos, el consuelo; voltear y encontrar una mirada cómplice, o una voz que explica; el calor y la certeza de una mano que sujeta la propia; el descubrimiento de la geografía secreta de un cuerpo, y la invención del placer; la risa hasta las lágrimas; los horizontes que se amplían, los que se ganan, los que no se acaban de comprender; las cartas, los regalos, las llamadas telefónicas, las flores; todas esas palabras que nos sostuvieron en la distancia; los paisajes, las calles, los libros y la música que ahora pertenecen a dos.


¿Qué hubiera pasado si mi hermano no me hubiera llamado para ver la nieve esa noche? ¿Qué hubiera pasado si la nieve no se te hubiera hecho la escurridiza? ¿Cómo podemos saber lo que los eventos nos traerán? No podemos. Podemos aprender a agradecer y a cuidar.

Es cierto que "la vida se cose con hilo fino", y ese hilo a menudo está hecho de azar. El destino comenzó transformando la experiencia en escritura, y ha terminado convirtiendo la escritura en la experiencia de amar.



22.4.09

Majadero





¿Cómo habrá pasado la palabra de designar a un mortero a designar una persona grosera?


Publicado en El Mercurio de San Jerónimo. Boletín de noticias curiosas del pasado novohispano publicado por la Universidad del Claustro de Sor Juana, No.2 (Enero-Febrero 2009)

14.4.09

Nosotros somos basura

No sirve de nada separar la basura.

No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché esto. El argumento siempre es similar: les das la bolsa y luego luego la rompen y sacan todo y lo revuelven con lo demás, ¿de qué sirve separarla entonces?

Hace varios años, en la universidad, platicaba con un profesor sobre la necesidad de proyectos culturales, marginaciones sociales, etc. Me contó que cuando era joven fue con un grupo de personas que trataban de alfabetizar a personas que trabajaban en un basurero. Mi profe, mostrándose todavía impresionado después de muchos años de recibir la respuesta, me dijo que uno de ellos le dijo algo así como a nosotros no nos importa eso, nosotros somos basura.

Mi hermano me preguntó varias veces por qué separaba la basura. Le contesté lo mismo, pero no sé si no me escuchó o si las razones que le daba no eran suficientes para él: cada vez me lo volvía a preguntar como si fuera la primera, y seguía sin respetar la separación de los distintos botes.

No quisiera decir que son la ecología, o el medio ambiente. Aunque reconozco la importancia fundamental de estas actividades para la vida hoy en día, me parece que el uso corriente de estas palabras tienden a enfatizar la distancia mental que existe actualmente entre nosotros como seres humanos y el resto de la vida que nos rodea, y en la que habitamos; me parece que la basura no es un problema de la ecología o del medio ambiente como algo que es ajeno a mí, lejano, de los bosques o los ríos o los animales que yo, como ser citadino, no habito ni veo. Me parece que es un problema que me atañe a mí como habitante de este planeta, y que lo que yo haga me afecta a mí directamente, a los que están cerca de mí y a los que nunca conoceré.

Hace muchos años manejaba por una carretera con un amigo. Pasamos junto a un basurero, y él me contó que la basura dejaba mucho dinero. Que vendían el plástico, el papel, etc. Separan la basura y la venden. En el basurero había algunas casas, pequeñas y hechas como de madera, y se veía cierto movimiento, había niños jugando, algunas personas caminando o haciendo otras cosas, no recuerdo ya qué.

Pero la basura que separan y luego venden está manchada, huele mal, está llena de substancias en descomposición, de infecciones, de todo lo que ya no queremos ver, de mierda, de lo insalubre. Y la gente que trabaja en los camiones de basura o en los basureros toma las bolsa, las abre y en el camión o en otro lugar la separa, se llena las manos, los pulmones, los ojos, los pies, los zapatos y la ropa de toda esa suciedad que todos nosotros producimos.

A mí me parece una responsabilidad grande e ineludible separar la basura. Y es, además, sencilla. Me parece que los que la reciben agradecen que el plástico o el cartón o el vidrio esté limpio, que los desechos de comida o del baño estén en bolsas separadas.

Me parece que separar la basura también tiene una dimensión social que muchas veces se pasa por alto, que se convierte también en una cuestión de dignidad, de respeto, incluso de agradecimiento por alguien que hace un trabajo que afecta tanto la vida de un ser humano, que puede llegar a afirmar que él o ella son basura.

Yo no he visto que las personas a las que entrego la basura abran las bolsas ahí mismo. Me he fijado que los camiones de basura traen colgando costales con botes de plástico, papel o cartón u otras cosas. No en todos los lugares es obligatorio separar la basura, y hay muchas personas que no lo hacen. Tal vez las personas que la recogen no esperan que la mayoría de la gente lo haga. Me parecería un gesto importante advertirle al señor que me acepta las bolsas que la basura está separada. Creo que la próxima vez que pase el camión de la basura empezaré a hacerlo.

22.3.09

When did you come to America VIII - De lo inesperado

Japón

Fui a visitar a una amiga a su casa. Tenía la dirección correcta, llegué al número correcto, y toqué el timbre. No recordaba que la reja permitiera ver hacia adentro del jardín, pero uno no siempre puede confiar en su memoria.

Mi amiga estudió cerámica japonesa e inventó un barniz azul cuyo nombre ya se me olvidó, ha estudiado un poco de japonés, viajó a Japón hace algún tiempo, de donde me trajo un florero muy bonito, de un museo en Kyoto, y también sabe hacer arreglos florales japoneses. Y cuando sonríe, se le hacen chiquitos los ojos.

Me abrió la puerta un señor alto, vestido casi monocromáticamente con colores claros y sobrios; era de cabello corto, lacio, delgado, y de rasgos notoriamente orientales. Se me quedó viendo con sorpresa extrema por varios segundos, y yo también a él. Finalmente se acercó a la reja, mientras hablaba palabras que yo no entendía, al mismo tiempo que yo gritaba repetidamente Busco a Sheil, Sheila, ¿Aquí vive Sheila?

Nan des ka? Me dijo el señor cuando quedamos frente a frente, uno a cada lado de la reja. Yo quise contestarle algo en japonés, hubiera sido bonito, supongo, pero el poco japonés que alguna vez supe se evaporó ya de mi cerebrito, el cual por cierto también se congeló por la impresión y sólo pudo mandar el comando "Sheila, Sheila, " el cual repetí un par de veces con cierta desesperación. Aquí familia Hata-algo, me contestó. Ah, bueno, gracias. Resultó ser la calle de atrás, una especie de dimensión paralela al hogar materno de mi amiga, ambas nombradas en honor a uno u otro hermano Pinzón. Mi amiga sabía ya de la existencia de esa familia (a menudo reciben su correo y hasta uno que otro arreglito de flores), y le sorprendió que no hablaran español después de tanto tiempo de vivir en México.

La señora japonesa sí sabía español: abrió la puerta unos minutos después de que el señor ya se había metido a su casa, mientras yo hablaba con mi amiga y esperaba instrucciones sobre las coordenadas verdaderas. Me preguntó qué quería o a quién buscaba. No sé por qué, pero algo en su tono me hizo sentir un poco como una especie de terrorista suburbana, o algo así.


Fútbol

Cuando uno viaja fuera de México, se convierte en una especie de embajador del chile, de los charros, del tequila, de la fiesta, de la salsa y, en las más informadas ocasiones, también de las pirámides de Teotihuacán y de los aztecas. Sin embargo, nunca me imaginé que debía fungir también como representante del deporte más representativo del país, y estar, además, altamente versada en las artes y noticias del espectáculo del fútbol. Y, mucho menos, que tuviera que hacerlo entre un grupo de amigos de la India. Pues así fué, ellos hablaban-charlaban-gritaban con verdadera emoción y devoción del deporte en el país, conocían todos los nombres de los jugadores famosos y no famosos, el estado de sus contratos pasados, presentes y futuros, las rivalidades entre los distintos equipos, los puntajes de los más recientes partidos, y otras varias cosas más. ¡Ya me cayó el chahuiztle! pensé mientras permanecía callada, sonriendo, y esperando que no me preguntaran algo. Creo que fue mi amiga la que me preguntó si me parecía guapo no-sé-quién jugador en boga. ¡Chanfles! No, pues no me gusta el fútbol. Sé que existen el Cruz Azul y el América, y que le voy al Pumas porque alguna vez tomé clases en CU. ¡No te gusta! Repetido varias veces, por varias voces, en distintos tonos y decibeles. Pues no, y más bien, ¿cómo es que en India están tan enterados del fútbol mexicano?

16.3.09

Sobre la utilidad de la belleza

Fuimos a ver orquídeas a un invernadero. No nos interesaba comprar, sólo queríamos verlas.


Hace tiempo conocí a alguien que enfatizaba mucho la belleza. No sé si alguna vez me explicó cuál creía que era su importancia, o por qué la amaba tanto; es cierto que yo nunca lo pregunté, pero es que lo decía con tanta fé en ella, que el sólo hecho de pronunciar la palabra y mirar hacia el aire, sin ver nada, como lo hacía, no dejaba lugar a dudas: era la belleza, y era algo esencial para la vida, era casi la razón de existir.

He de confesar que a mí, a veces, ese favorecimiento imparcial me parecía un tanto cursi, o caduco. Pero también recuerdo algunas vivencias: por ejemplo, un día especialmente difícil, en que me metí a hacer un trabajo que no sabía hacer muy bien porque necesitaba la lana. La cosa iba fatal, pero por fin llegó la hora de la comida. Para llegar a la cafetería, había que pasar por un camino que cruzaba por en medio de una pequeña reserva donde crecían varias flores silvestres: unas naranja, diminutas, como conos delgados, que se dejaban caer desde varias esferas; otras amarillas y cándidas y sencillas, como vestidos de niñas corriendo en campos; otras magenta, tal vez, o rojas, diminutas, no recuerdo bien. Mirar esas flores por el minuto o dos que me tomó cruzar esa parte del camino fue... No sé bien cómo explicarlo: sentí un alivio alimentado por una especie de alegría que me entraba por los ojos. Y el resto de la tarde se me hizo menos pesado.



Existe también la belleza que se crea o que se encarna. La danza, por supuesto, cuando lo es. O también otras cosas, otras tradiciones que han sabido encontrarla en el movimiento del cuerpo. Mi maestro de tai-chi dice que las series de movimientos no son sólo una coreografía bonita, que al enfocarse sólo en eso se pierden los beneficios de la práctica. Nunca se lo he dicho, tal vez se lo diga algún día, pero creo que eso no es cierto: seguir el abanico o la espada o simplemente la mano con la mirada, moviéndose lentamente acariciando el aire o cortándolo por segundos, sentir el tiempo, y saber que el cuerpo que se mueve crea cierta belleza, es el beneficio más sutil, y, tal vez, el que más acaricia al alma: una callada alegría que comienza a habitar cada poro, y se irradia. Algunas veces, desaparecen las barreras entre el aire y el practicante; a veces, deja de ser tanto ego, aunque pueda parecer justo lo contrario.



Ese domingo, la belleza también era invisible, y generosa: se encontraba en el aire dulzon que rodeaba a las orquídeas, que se alzaban una tras otra, en hileras de blancos, rosas, magenta y amarillo. Ellas regalaban su belleza como una declaración franca de alegría, que afirmaban tajantemente apelando a la mirada, y ofreciendo sin preguntar el último argumento, que curaba al respirar.


26.2.09

When did you come to America VII - Why Mexicans like skeletons so much?

No sé.

La conversación había empezado mientras miraba pasar las cosas que no estaban alrededor de la pista de despegue. De repente sentí algo cerca de mi cara (creo que había estado ahí ya algún tiempo) y escuché un susurro insistente. Volteé y vi una mano sosteniendo - mas bien, ofreciendo- una envoltura verde diminuta. La tomé, un poco confundida pero agradecida, volteé un poco más la cabeza y le sonreí a la pasajera que estaba sentada a mi lado, una señora japonesa que aparentaba ser mucho más joven de lo que en realidad era (en cierto momento comparamos nuestros pasaportes para comprobarnos mutuamente nuestra edad real; ella decía que la fuente de la juventud se encontraba en el arte - ella es artista gráfica). Se llamaba Yumi .

El dulce era de té verde, lo que me emocionó sobremanera. Lo abrí, me lo comí y fingí, o quise creer con sinceridad, que sabía rico. Miré a Yumi con cara de está buenísimo, tratando de lograr el gesto de agrado más universal posible, y ella me vio con cara de no es cierto, saben feos, y dijo: es para la garganta (bueno, uno en ciertas latitudes aprende a esconder su ignorancia con gestos de amabilidad extrema para evitar ofensas interculturales innecesarias).

La envoltura del dulce me emocionó sobremanera también porque encontré un caracter reconocible: la letra japonesa para el sonido "no", que es muy bonita y una de mis favoritas; fue lo único que pude reconocer, pero fue suficiente para comenzar a entablar una conversación con Yumi sobre cosas japonesas y mexicanas.

Ella viajaba con su hermano, cuya hija se había casado con un mexicano y llevaba viviendo en México alrededor de 8 años, si no me engaña mi memoria. En Cuernavaca, para ser precisos, y era pianista de jazz. Su hermano hablaba un poquito de español, y había viajado ya muchas veces al país. Para Yumi era la primera vez, y su sobrina decía que la mejor época para viajar a nuestro/mi/este país era la Navidad.

Bueno, la verdad no me acuerdo cómo llegamos a discutir sobre calaveras y esqueletos y mexicanos. Tal vez hayamos empezado por las posadas y luego otras festividades y luego Yumi soltó la pregunta, seguramente sabiendo algunas cosas que yo no sabía (y sigo sin saber) que sabía. Creo que lo dijo por las calaveritas de día de muertos, o al menos eso me vino a la mente, todas las miles formas de representar a los muertos y celebrarlos y hasta bienvenirlos en esas fechas.

Soltó la pregunta como me la soltó una vez un señor koreano (mirándome fijamente a los ojos, con gran seriedad y hablando despacio, dejando silencios entre cada palabra, y con el dedo índice fijo sobre el mapa: ¿por qué pirámide luna lugar más importante pirámide sol?); no había ningún mapa para que Yumi posara su dedo índice determinantemente sobre él, pero estoy segura que el dedo índice de su mente se posaba claramente sobre algún punto muy concreto de su imaginario: Why Mexicans like skeletons so much?

La mera verdad, no sé.

Hace ya muchos años una amiga alemana me había preguntado lo mismo, pero, a diferencia de Yumi, que mostraba más bien una genuina curiosidad y hasta cierta fascinación, Daniela se mostraba consternada y hasta enojada, como un enojo que surgía de cierta repulsión que no sabría definir.

No sé, pero me gustaría saber. Si alguien sabe, que hable por favor. ¿Será que tendrá algo que ver con los tzompantlis, esos monumentos mexicas, calaveras puras, cuyo fin desconozco (como alguna vez lo sugirió alguien)? Seguro sí tendrá alguna raíz pre-hispánica, ¿no? ¿o no? Y sí es así, ¿de cuál? ¿Cuál habrá sido esa costumbre, esa concepción de la muerte, esa cosmovisión que permitía tal convivencia con los que ya no se cuentan entre nosotros, y que ahora la sigue posibilitando?


23.2.09

Las horas IV - Felicidad


I thought that was the beginning of happiness. But that was happiness, that moment, right there, o algo así dice a su hija Sara Vaughan, el personaje que hace Meryl Streep en Las Horas, basada en el libro de Michael Cunningham (que tampoco tengo a la mano, perdido en alguna caja en alguna latitud, igual que la película). Bueno, éso, la felicidad, para mí, una bolsa de galletas de la panadería de al lado: el momento en que me decido a entrar a comprarlas y me saboreo con los ojos las de nuez, las de canela y las que tienen como mermeladita en medio y azúcar glass alrededor - el momento en que la señora me las entrega y yo salgo muy mona con mi regordeta bolsita de papel, casi contoneándome como la patita de Cri-cri, y saco las llaves del departamento, o el momento en que salgo a prender la bomba del edificio, por la mañana, y me recibe el olor del pan recién horneado; o un baño de sol en el pasto, mientras él se sienta, cruzando la pierna, sobre una silla verde de plástico, y me mira, o mira al cielo, o fuma o me cuenta algo, o cuando nos acostamos los dos juntos sobre la cama de hojas secas en el jardín botánico, y miramos el cielo y nos tomamos de la mano y tratamos de enfocar la cámara de tal forma que saliéramos los dos en la foto; el primer beso después de días de distancia, o la desnudez compartida debajo de las cobijas, que se prolonga; ir al puesto de las flores cuando compro el mandado en el mercado; abrir el abanico con fuerza y mirar la tela roja, bien tensa, abierta y sostenida por las líneas de madera que dibujan también una media curva: abrir el abanico y mirarlo con la cabeza inclinada hacia el piso o hacia arriba, llenándome de la belleza que coloca en mí la serie de movimientos de tai-chi; preparar el té y servirlo en la tacita azul de cerámica que me regaló mi amiga Sheila, que ella misma hizo y que pintó con un barniz inventado por ella cuyo nombre ya olvidé: el momento en que le pongo la tapita para que no se escape el calor, en la cocina, o el momento en que lo destapo ya sobre la silla o el sillón y me acaricia el tenue olor de las hojas de limón o de menta; tomar un café, voltear, y verlo junto a mí, desayunando, en cualquier lugar; tomar el café, oír sonar el celular, y leer sobre una llamada telefónica, un aviso afortunado del trabajo, o una de las miles de formas que tiene de decirme te quiero; tomar el café, por la tarde, en alguna mesa sobre alguna calle, con el sol de frente, sabiéndome llena de él, llena de mí, o, a veces, llena del mundo que me toca.

Un momento.

Ponerme, de pijama, la playera que me dejó, y sentirme tan pequeña dentro de ella, inundarme de su olor, y reír.

O sentir el abrazo de una amiga que hace mucho no veía, oírla decir te quiero mucho, y después, qué bonito es poder decirlo a quien quieres en persona, y verla sonreír con sinceridad.


15.2.09

______________Para tí
_________________
______________Indeed, the hidden and the manifest
______________give birth to each other
______________Difficult and easy complement each other.
______________Long and short exhibit each other.
______________High and low set measure to each other.
______________Voice and sound harmonize each other.
______________Back and front follow each other.

___________________________- -Lao Tzu, Tao Teh Ching.





Les extrañará a muchos. A otros, les parecerá completamente imposible, aun cuando lo vean, aun cuando esté frente a sus ojos (aunque, es cierto, se trata de algo no comprobable, no medible, intangible). Muchos creerán que es un juego de ilusiones, un parche para la necesidad, un producto necio de la soledad. Otros verán engaños como oasis en los desiertos, o como enemigos a la distancia a través de prismáticos. Yo pregunto, sin que me interese la respuesta: ¿quién conoce el significado de las palabras que no se dicen los que se miran? ¿Quién entiende de sus curas, de sus paraísos, de sus noches difíciles? ¿Quién no ha sido testigo de su alquimia, de su ser de árbol de abril y agua de verano? ¿Quién sabe escuchar su música y reconocer otro misterio de la vida, otra variación del milagro casi sagrado, que se repite incesantemente y en múltiples formas?

¿Cuál será, para los que observan, el sentido de caminar la vida?