a los que quisieran llamarse, de vez en cuando, agua
(para los que con ella se sienten en casa)
(para los que con ella se sienten en casa)
Dos días. El verano es seco, pero hubo dos días. Me despertó (todavía no sé cómo entró, ni por dónde, si todo estaba cerrado). El viento. Olía a lluvia. Pero miento. Ya antes me había despertado el sonido. Muy ligero, sútil, casi distante. Pero sonido, al fin. Después de tantas lluvias mudas.
Cuando estuvieron juntos, el olor y el sonido, pude reconocerlos como lo mismo. Como la misma, digo. Y quise salir a encontrarla. A estar en ella.
Hubo agua extendida, horizontalmente, hasta donde acaba la distancia. Mucha agua rayada, vertical. Y agua ingrávida, gris, cubriendo lo que queda debajo, separándolo de lo que ya no se ve, arriba. Agua pintando espejismos de oasis sobre el pavimento; sobre cortezas delgadas que se desprenden, que juegan a retorcerse, y sobre la madera que se asoma debajo, avergonzada y vanidosa, pintada con el color más profundo y nuevo. Agua sobre barras de metal, que se vuelven aún más obscuras, que dividen el aire. Agua sobre todo, porque todo divide.
Agua sobre bancas. Y sobre ellas, con tornillos, placas. En las placas, ausencias. Años. Principios y fin. Memorias. Halagos. Honores. Nunca el olvido, jamás el olvido. Agua también sobre las placas. Agua también sobre el olvido. Agua sobre la memoria.
Agua sobre las plumas de las gaviotas y de los cuervos y de los patos, aunque se les resbale, aunque se la sacudan. Agua sobre las hélices, sobre los metales aéreos. Debajo de los motores calientes. Sobre los barcos en descanso. Debajo de los botes en descanso. Agua sobre el cemento inconcluso, gigante, sólido y efímero (sobre las máquinas detenidas, enormes, las grúas, las poleas).
Agua sobre los botes de basura. Adentro de los botes de basura. Entre la basura. Entre las fisuras del pavimento. Agua absorbida por la tierra. Agua que rebota. Agua que escurre hacia el agua. Agua devorada por el agua. Agua que flota sobre el agua, condensada, filtrando aún más la luz - o su sombra.
Agua que sube por las orillas de los pantalones, que penetra el grosor de los zapatos, que enfría las puntas de los dedos. Agua infiltrada en los brazos y los hombros de las chamarras. Agua que burla los paraguas. Que se burla de los paraguas. Que los sacude. Agua que los seduce, que los acaricia, que se sienta en ellos. Agua que se deja caer.
Agua que lava y que ensucia. Que se mira o que se ignora. Que se alaba o que se increpa. Agua nostalgia. Agua molestia. Agua consuelo. Agua mentira. Agua verdad. Agua neblina. Agua ilusión. Agua que empieza y ya no termina. Agua que termina. Agua ritmo, agua silencio tenue.
Agua aplastada por el peso de los autos. Impulsada por la velocidad de los autos. Transportada en los cabellos, en los vidrios de los lentes o en los pañuelos mojados. Agua descansando en los techos, en las cornisas, en los escalones.
Agua aire. Sobre todo, contra los que avanzan. Agua aire contra los que permanecen quietos. Sobre sus perfiles. Alrededor de familias indecisas. Afuera de los establecimientos secos.
En la luz que se asomaba entre las persianas (y que yo imaginaba del color propicio), augurio de lluvia. De una lluvia plena de sonido, como música hecha por un instrumento.
Cuando estuvieron juntos, el olor y el sonido, pude reconocerlos como lo mismo. Como la misma, digo. Y quise salir a encontrarla. A estar en ella.
Hubo agua extendida, horizontalmente, hasta donde acaba la distancia. Mucha agua rayada, vertical. Y agua ingrávida, gris, cubriendo lo que queda debajo, separándolo de lo que ya no se ve, arriba. Agua pintando espejismos de oasis sobre el pavimento; sobre cortezas delgadas que se desprenden, que juegan a retorcerse, y sobre la madera que se asoma debajo, avergonzada y vanidosa, pintada con el color más profundo y nuevo. Agua sobre barras de metal, que se vuelven aún más obscuras, que dividen el aire. Agua sobre todo, porque todo divide.
Agua sobre bancas. Y sobre ellas, con tornillos, placas. En las placas, ausencias. Años. Principios y fin. Memorias. Halagos. Honores. Nunca el olvido, jamás el olvido. Agua también sobre las placas. Agua también sobre el olvido. Agua sobre la memoria.
Agua sobre las plumas de las gaviotas y de los cuervos y de los patos, aunque se les resbale, aunque se la sacudan. Agua sobre las hélices, sobre los metales aéreos. Debajo de los motores calientes. Sobre los barcos en descanso. Debajo de los botes en descanso. Agua sobre el cemento inconcluso, gigante, sólido y efímero (sobre las máquinas detenidas, enormes, las grúas, las poleas).
Agua sobre los botes de basura. Adentro de los botes de basura. Entre la basura. Entre las fisuras del pavimento. Agua absorbida por la tierra. Agua que rebota. Agua que escurre hacia el agua. Agua devorada por el agua. Agua que flota sobre el agua, condensada, filtrando aún más la luz - o su sombra.
Agua que sube por las orillas de los pantalones, que penetra el grosor de los zapatos, que enfría las puntas de los dedos. Agua infiltrada en los brazos y los hombros de las chamarras. Agua que burla los paraguas. Que se burla de los paraguas. Que los sacude. Agua que los seduce, que los acaricia, que se sienta en ellos. Agua que se deja caer.
Agua que lava y que ensucia. Que se mira o que se ignora. Que se alaba o que se increpa. Agua nostalgia. Agua molestia. Agua consuelo. Agua mentira. Agua verdad. Agua neblina. Agua ilusión. Agua que empieza y ya no termina. Agua que termina. Agua ritmo, agua silencio tenue.
Agua aplastada por el peso de los autos. Impulsada por la velocidad de los autos. Transportada en los cabellos, en los vidrios de los lentes o en los pañuelos mojados. Agua descansando en los techos, en las cornisas, en los escalones.
Agua aire. Sobre todo, contra los que avanzan. Agua aire contra los que permanecen quietos. Sobre sus perfiles. Alrededor de familias indecisas. Afuera de los establecimientos secos.
En la luz que se asomaba entre las persianas (y que yo imaginaba del color propicio), augurio de lluvia. De una lluvia plena de sonido, como música hecha por un instrumento.
3 comentarios:
"Agua sobre la memoria"... sobre la "mía" memoria.
¡Eso es escribir con talento y no chi/&%(/&as! (y usted perdone que me emocione y maldiga pero bien sabes que tu texto, ese poderosísimo vehículo a la comprensión del individuo, me dejó con los pelos de punta y el corazón acelerado).
Qué bonito... ¿te acuerdas de Oregon? / Léélo con esta rolita de fondo y verás la maravilla que provocaste.
Un beso. Saludos. Buen día !
aquí la liga:
http://www.goear.com/listen.php?v=c6a62cc
Muchas gracias don. Claro que me acuerdo, la escuché esta vez leyendo el texto, tras tu invitación, me sorprendió cómo coincidieron algunos ritmos y algunas evocaciones de imágenes.
Me alegra mucho que te haya dado tanto este texto, que desde un principio iba para vos, así es que podés llamarlo tuyo con todo derecho.
Le mando abrazo y beso, buena tarde!
¡No se diga más!
Lo reclamo etonces como mío.
Por eso (y por las gratas costumbres)hoy no te voy a dar las gracias nomás sino hasta canción te canto:
mhjm mhjm.
...
eh... mmm... yo...
bueno...
es...
... ¿y si mejor te la silbo?
Salud.
Besos.
Guiños (tantos, que hasta en tic se convierten).
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