El pasado puede buscarse, si se quiere, aunque ya sólo habite en algunas esquinas, en las manchas de las alfombras, o en los lugares que los techos ya no alcanzan a cubrir. El presente nos sale al encuentro. Llega. Es ineludible, aunque intentemos evadirlo de tantas formas.
Dicen que el futuro puede encontrarse, de la forma que uno lo quiere, si uno así lo busca. Pero el reino es del azar: ese disfraz del destino - su hermano mayor, tal vez, que le indica hacia dónde dirigirse, o su amante. El lugar abstracto y concreto donde se aman el orden y el caos. A veces se llama coincidencia. Otras, milagro.
3 comentarios:
"Cuando Juan regresaba a su lecho
no sabía - oh alma querida-
que en la noche lluviosa y sin techo
lo esperaba el amor de su vida
(tururún)
Y las causas lo fueron cercando
cotidianas, invisibles
y el azar se le iba enredando
poderoso, invencible
(e e é, e e é, e e é...)"
bueno, ya. Mejor paro antes de que se rompan cristales. Y te la pongo con el mismísimo Silvio.
Besos y abrazos.
http://www.goear.com/listen.php?v=f94ce9f
El tiempo que pasa y las musas que no aparecen. Me acordé de Proust en esta entrada, te la mando porque me la hiciste recordar.
Un abrazo http://saboreartentusiasma.blogspot.com/search?q=demasiada+glucosa+en+mi+vida
Gracias, Juan Carlos, por la canción. Mira tú, por dónde fue a salir el azar.
Guiños.
Besos.
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