"...to enclose the present moment; to make it stay; to fill it fuller and fuller, with the past, the present and the future, until it shone, whole, bright, deep with understanding."
Virgina Woolf, The Years
23.11.08
16.11.08
1.11.08
26.10.08
23.10.08
When did you come to America VI.I - La mar océana
Para Tania Guerrero,
por la memoria
Están los aires dulces y suaves, como en la primavera de Sevilla, y parece la mar un río Guadalquivir, pero no bien sube la marea se marean y vomitan, apiñados en los castillos de proa, los hombres que surcan, en tres barquitos remendados, la mar incógnita. Mar sin marco. Hombres, gotitas al viento. ¿Y si no nos amara la mar? Baja la noche sobre las carabelas. ¿Adónde los arrojará el viento? Salta a bordo un dorado, que venía persiguiendo a un pez volador, y se multiplica el pánico. No siente la marinería el sabroso aroma de la mar un poco picada, ni escucha la algarabía de las gaviotas y los alcatraces que vienen desde el poniente. En el horizonte, ¿empieza el abismo? En el horizonte, ¿se acaba la mar?
Ojos afiebrados de marineros curtidos en mil viajes, ardientes ojos de presos arrancados de las cárceles andaluzas y embarcados a la fuerza: no ven los ojos esos reflejos anunciadores de oro y plata en la espuma de las olas, ni los pájaros de campo y río que vuelan sin cesar sobre las naves, ni los juncos verdes y las ramas forradas de caracoles que derivan atravesando los sargazos. Al fondo del abismo, ¿arde el infierno? ¿A qué fauces arrojarán los vientos alisios a estos hombrecitos? Ellos miran las estrellas, buscando a Dios, pero el cielo es tan inescrutable como esta mar jamás navegada. Escuchan que ruge la mar, la mare, madre mar, ronca voz que contesta al viento frases de condenación eterna, tambores del misterio resonando desde las profundidades: se persignan y quieren rezar y balbucean: "Esta noche nos caemos del mundo, esta noche nos caemos del mundo"
Memoria del fuego. I. Los nacimientos, Eduardo Galeano
Buscando América. Rubén Blades y Los seis del solar.
10.10.08
Es de la tierra
to men that they live by care for themselves,
in truth it is love alone by which they live.
Y es un verbo.
Como el pan al trigo, que se otorga.
Como el ave al viento, que sostiene.
Como nieve al frío, que crea.
Como la miel al polen, que origina.
Como el río al agua, que constituye.
Como savia al sol, que alimenta.
Como el fuego al aire, que perpetúa.
Como el atardecer al sol,
que anuncia descanso.
Como el amanecer al sol,
que engendra vida.
Como olas a la marea.
Como lirios al estanque.
Como mariposa al capullo.
Es natural. Es nuestro. Es de la tierra.
6.10.08
me gusta no me gusta me gusta
1.- Poner las reglas en tu blog.
2.- Compartir seis cosas que me gusten y seis que no me gusten.
3.- Elegir seis personas al final y poner los enlaces a sus blogs.
4.- Avisar a estas personas dejando un comentario en sus blogs.
Ahi va, con pequeñas modificaciones:
Me gusta:
La lluvia.
Oír llover. Quedito, a veces, por la mañana, o fuerte: el golpear rítmico, calmo o tempestuoso de la lluvia. Las calles mojadas. El pasto y las flores y las hierbas y el cemento mojado. Las cosas que brillan con la luz que se refleja en el agua. El aire limpio y fresco y húmedo que queda después de llover. Caminar con el mango del paraguas apoyado sobre el hombro, jugando a darle vueltas mientras llueve quedito. Ir de copiloto en un coche mientras llueve, escuchar música que me guste y cantar. Ver llover desde un lugar que no sea mi casa, un lugar donde uno pueda sentarse en alguna mesa cerca de un ventanal y disfrutar algo: bebida, lectura, compañía. El olor a tierra mojada que a veces se levanta, y el olor a barro mojado que algunas macetas regalan. ¡Que ganas de darles una mordida!
Un joven xiqueño
Su sonrisa y sus ojos; su voz, escrita y hablada y cantada y callada; y su alma. Cómo no, pa' qué negarlo. Generosidad, luz y agua. La pura poesía.
El chocolate
¡Mmmh! Bebida de los dioses, ovus est, ahora ya democratizada para beneficio de todos nosotros los mortales. Antes de dormir, una tacita en la cama, ¡qué balsamo! El almendrado, mi favorito, entre más espumoso mejor. Y unas pasas o unos granitos de café cubiertos con... ¡mmh! Y su combinación con menta, en helado sobre todo, ¡qué maravilla! La película, sí, me gustó mucho. Tengo una amiga colombiana que le tiene una verdadera pasión y me cuenta su sueño: crear una clínica del chocolate, donde trabajen expertos en las propiedades curativas que el cacao ofrece al alma, y dejar a los psicólogos sin trabajo. ¡Sí cierto!
Las gladiolas
Que la gente dice que es flor de cementerio, no es cierto. ¡A quién se le ocurre! Las flores son para la vida, todas, que para eso se regalan a los difuntos, digo yo, para celebrarles la vida con la que nos regalaron. Las gladiolas, pues, tan altas y elegantes, tan generosas, con todas esas bellas y delicadas cabecitas ladéandose con tanta gracia hacia un lado, y después hacia otro, ascendiendo, jugando al tiempo, a seguirse, a perpetuarse, a irse abriendo poco a poco y con coqueta timidez. Las rojas y las blancas, sobre todo, tan intensas, tan definitivas, tan seguras de sí mismas, con una voz bien firme y clara y a la vez suave -las últimas-, y seductora -las primeras-; las moradas tienen un encanto místico, las rosas me parecen un poco cursis, las color duraznoso, un poco kitsch - pero, en realidad, todas son hermosas.
La honestidad
Que no es lo mismo que el cinismo, y tampoco exacto sinónimo de sinceridad. Tiene que ver, creo yo, con algo ético, con el actuar, con el respeto hacia uno mismo y hacia otros. No con lo moral, no con seguir las reglas: me parece que ser moral, muy a menudo, es más eso, seguir reglas de conducta, y seguir reglas por seguirlas, sin reflexionar mucho en ellas o en cómo se originaron o para qué, puede llegar a hacernos una especie de autómatas controlados por miedos a las consecuencias o por testarudez de dogma. La honestidad, en cambio, tiene que ver con un criterio propio, con el actuar que surge del respeto hacia uno mismo y hacia otros, del cuidado hacia los otros y del lugar que se habita en común.
Manejar
Los Beatles
Ovus est. Herencia de mi padre. Blackbird, de las más. Y Rain, por supuesto. Y Savoy Truffle. Revolver de mi álbumes favoritos, como Abbey Road. Yellow Submarine, cantada con mi buen y long lost friend Pepe en la clase de matemáticas, que ambos pasamos de milagro. De Let it be, Accross the Universe. In short, todas, absolutamente todas me gustan. Mi beatle favorito: Harrison, sí señor.
La hipocresía.
Definitivamente, número uno en la lista (y que conste que no estoy numerando en ningún orden de importancia). Me parece alevosa y violenta. Esa penitencia que Dante les asignó a sus practicantes más acérrimos me parece una excelente descripción del acto: eran condenados a llevar siempre una capa con capucha, hecha de plomo, que les cubriera los cuerpos y el rostro siempre, sin volver a mostrarlos jamás. Eso me parece la hipocresía: un disfraz, ocultarse con o sin alevosía y ventaja, un engaño incisivo. Dante los mandó hasta el octavo círculo - fue más benévolo con los golosos y los lujuriosos, ¡fiú!. Ahí dense un paseíto.
La falta de compasión
La lástima
Tener hambre
Bueno, este post ya se convirtió en una maraña de anécdotas y links. Gracias por la invitación, Carmen, lo disfruté harto.
Invitaciones a mi querida y queridos:
3.10.08
When did you come to America V - Motherland
Motherland, Natalie Merchant
Letra: http://www.nataliemerchant.com/history/lyrics/song_lyrics/m_songs/motherland.php
1.10.08
the possibility of impossibility
The possibility of impossibility. Pushing thought beyond its limits. Shattering the horizon of expectation. Como dijo ese otro, Derrida, creo, "the chaosmic". The chaosmic indeed: lo caótico y lo cósmico, ni el caos absoluto ni el orden tajante, sino un movimiento fluctuante entre ambos, flexible, moviendo los brazos como ondas y dibujando en el aire la posibilidad de que cada orilla del movimiento ondulara cerca de varias otras para, eventualmente, conectar con alguna.
;)
27.9.08
Concha nácar
Lo que transforma, transforma, dijo con otras palabras.
20.9.08
Reflejo
Hace unos días caminaba de regreso a casa, hacia el semáforo, para cruzar la habitual avenida. Y lo ví. Me golpeó en los ojos, as though he had spotted me among the crowd, even though I was the only one there. Como si alzara los brazos y los agitara en el aire con las palmas abiertas, gritando mi nombre, aprovechando la superficie que le brindó la sucesión de ventanas amplias mientras el camión pasaba frente a mí. Y me miró de frente. Como una estrella vespertina de dimensiones desmedidas. Con los colores cítricos de los cítricos amarillos, estridente, redondo y con orillas puntiagudas que herían el espacio, el aire, mis ojos, sin herirlos. Flotando ahí, frente a mí, otorgándose generoso, esperándome sin impaciencia, recordándome su presencia. Yo le sonreí, reafirmando nuestra amistad con la mirada, haciéndole saber que no lo he olvidado, que lo quiero, que lo extraño, que lo pienso; dejándole saber que su llamado me llenaba de alegría.
Bastaría, lo sé, mirar un poco hacia atrás de vez en cuando.
En busca del tiempo perdido VIII
O tal vez no quiera nada. Tal vez no sea el tiempo, sino nosotros, que lo seguimos moldeando con las mismas armas.
4.9.08
En busca del tiempo perdido VII
Dicen que el futuro puede encontrarse, de la forma que uno lo quiere, si uno así lo busca. Pero el reino es del azar: ese disfraz del destino - su hermano mayor, tal vez, que le indica hacia dónde dirigirse, o su amante. El lugar abstracto y concreto donde se aman el orden y el caos. A veces se llama coincidencia. Otras, milagro.
27.8.08
Fireworks
Durante el día la luz es blanda. Dispersa. Se sostiene en el aire. Flota, tal vez, menos cuando se recarga sobre el brazo de un sillón, sobre la esquina baja de alguna puerta, sobre la orilla de una enredadera; o cuando la sostiene alguna sombra. Pero en la noche es casi concreta. Casi sólida. Como los brazos de una fogata, por ejemplo. O la lumbre de un cigarro. O una estrella.
Cada año, en Vancouver, se organiza un concurso internacional de fuegos artificiales. Este año concursaron China, Canadá y Estados Unidos. Los fuegos se lanzan desde una plataforma en el mar, en English Bay. Muchas personas, quizás cientos, empiezan a llegar desde la tarde para encontrar y apartar un buen lugar. Permanecen ahí varias horas, esperando a que obscurezca lo suficiente, como a eso de las diez o diez y media.
Demasiadas personas, que ocultan su impaciencia, o no. Que empiezan a pasar sobre las cobijas de otras personas, llenándolas de arena, porque ya no hay más arena sobre la cual caminar. Gente que oculta, o no, su impaciencia. Gente que necesita ir al baño, ir a comprar algo de comer, ir a encontrar a algún amigo, desentumirse las piernas. Gente que sacude una y otra vez la cobija, que no recibe ni un excuse me del siguiente extraño, de la siguiente fila de extraños, de la bolsa que le ha golpeado en la cabeza. Gente que oculta o no su impaciencia. Gente que sigue llegando. Gente que necesita pasar. Gente indecisa que se detiene, que mira alrededor, que evalúa las posibilidades, que no encuentra posibilidades, que es empujada, que se decide, que es interceptada por gente que oculta o no su impaciencia pero que se para e impide y defiende. Sobre un fondo de música estridente, que tampoco se detiene. Y ojalá hubiera sólo arena, pero también hay agua que se mezcla y forma incomprensiblemente una masa en los zapatos.
Y el cielo que todavía tiene luz.
Y el cielo que no obscurece.
Pero obscurece, finalmente. Justo a tiempo, tal vez. Se anuncia lo esperado con una voz de radio alla 97.7, alla estación de pop. Es la final, así es que se verá a todos los concursantes. La gente prepara sus cámaras. Mira al cielo. Espera. Y recibe. En sus pupilas. Luz. Que asciende y que cae. Que se eleva con velocidad, en diferentes direcciones, en líneas rectas o curvas, en distintos colores, en dorados, sobre todo, pero también en verdes o rojos o morados. Luz que asciende en formas inverosímiles, en espirales, en zig zag, imitando lenguas de fuego o ciertas dagas. Luz que desaparece por segundos, y después grita, y revienta, de puro júbilo, de puro gozo, de puro placer de ser luz. Y después centellea, acariciando el aire mientras desciende, dejando el aire vibrando con su felicidad.
Sobre la arena no reina el silencio, pero sí algo parecido. Una antigua fascinación por el fuego. Primigenia, tal vez, primordial. Compartida. Que instaura la posibilidad, tal vez incluso la existencia, de un lazo, fraternal. Que se extiende por todos lados, como redes, entre tanta proximidad.
Todavía no se apaga el último de los fuegos, apenas empieza a anunciarse al ganador, la gente no ha terminado de mostrar su acuerdo, de volver a aplaudir, y ya hay gente de pie, gente que bloquea la mirada de los últimos destellos, que sacude sus pantalones, que pone bolsas sobre sus hombros, zapatos en sus pies, que mira en dirección opuesta, hacia la escaleras que suben a la avenida, que quiere caminar, irse, como si huyera de algo, como si se hiciera tarde para algo. Gente que parece haber olvidado qué hacía ahí, qué hizo ahí, qué sucedió ahí, y quisera estar ya en otro lugar, aunque mañana no haya que ir a la oficina ni llevar a los niños a la escuela.
Es mejor levantarse también, y rápido: la cercanía entre los cuerpos se agudiza. La impaciencia ya no se oculta. Los pasos son diminutos, pero incesantes. El equilibrio se mantiene con dificultad. Se llega a las escaleras y casi se comprende por qué hay gente que pierde la vida debajo de los pies de otra gente que no hace sino caminar, tratar de caminar más rápido, de correr.
Ya en la calle, los ríos de gente, que se obstinan en su faena. Sería mejor detenerse. Esperar. Hacer la sobremesa. Reposar tanto misterio - que, además, permanece.
Humildemente, a los compositores sordos.
Fotografía: eyesplash Mikul
Échenle un vistazo a: Celebration of Light 2008
21.8.08
When did you come to America IV - el saborcito ése de la música
O, quiéralo o no lo quiera:
Entrevista a Alfredo "Chocolate" Armenteros
Y Guantanamela, o, la música de nosotro' ha caminado:
Entrevista a Alfredo "Chocolate" Armenteros
Ahora sí, el saborcito ése de la música:
Cachita , por el mismo señor.
... y hasta una japonesa:
Te traigo flores, Orquesta de la Luz, Japón
¡Abrazo cumpleañero!
PD-recomendación: Salsa Around the World, Putumayo.
9.8.08
Las Horas II - Todo lo iguana que se puede
de una máquina de soledad. El viento
campea displiciente. Nada tiene
sino una enorme juventud. El tiempo
carece de estatura. Por el día
pasa la flecha de todo lo que hiere.
El lugar de las cosas sobrevive
a cada instante. De una palmera salen
altas sonrisas y el agua sonríe
la tristeza. Quieto a fondo, miro
la destrucción de mi espesura.
Y es la tierra, mi tierra, el polvo mío,
el árbol de la noche sollozada,
las puntuales blancuras de la garza,
las luces de mis ojos,
el trayecto de una mirada a otra mirada.
El cielo que vuela de mis ojos a los cielos
de unos ojos terrestres
y las nubes que desbordan el canto.
Nada vive para morir sin dar.
En todo encuentro algo de mí
y en todo vivo y muero.
Estoy todo lo iguana que se puede,
desde el principio al fin.
Hay ya un lucero.
Villahermosa, una vez de octubre de 1966.
Carlos Pellicer
8.8.08
(para los que con ella se sienten en casa)
Cuando estuvieron juntos, el olor y el sonido, pude reconocerlos como lo mismo. Como la misma, digo. Y quise salir a encontrarla. A estar en ella.
Hubo agua extendida, horizontalmente, hasta donde acaba la distancia. Mucha agua rayada, vertical. Y agua ingrávida, gris, cubriendo lo que queda debajo, separándolo de lo que ya no se ve, arriba. Agua pintando espejismos de oasis sobre el pavimento; sobre cortezas delgadas que se desprenden, que juegan a retorcerse, y sobre la madera que se asoma debajo, avergonzada y vanidosa, pintada con el color más profundo y nuevo. Agua sobre barras de metal, que se vuelven aún más obscuras, que dividen el aire. Agua sobre todo, porque todo divide.
Agua sobre bancas. Y sobre ellas, con tornillos, placas. En las placas, ausencias. Años. Principios y fin. Memorias. Halagos. Honores. Nunca el olvido, jamás el olvido. Agua también sobre las placas. Agua también sobre el olvido. Agua sobre la memoria.
Agua sobre las plumas de las gaviotas y de los cuervos y de los patos, aunque se les resbale, aunque se la sacudan. Agua sobre las hélices, sobre los metales aéreos. Debajo de los motores calientes. Sobre los barcos en descanso. Debajo de los botes en descanso. Agua sobre el cemento inconcluso, gigante, sólido y efímero (sobre las máquinas detenidas, enormes, las grúas, las poleas).
Agua sobre los botes de basura. Adentro de los botes de basura. Entre la basura. Entre las fisuras del pavimento. Agua absorbida por la tierra. Agua que rebota. Agua que escurre hacia el agua. Agua devorada por el agua. Agua que flota sobre el agua, condensada, filtrando aún más la luz - o su sombra.
Agua que sube por las orillas de los pantalones, que penetra el grosor de los zapatos, que enfría las puntas de los dedos. Agua infiltrada en los brazos y los hombros de las chamarras. Agua que burla los paraguas. Que se burla de los paraguas. Que los sacude. Agua que los seduce, que los acaricia, que se sienta en ellos. Agua que se deja caer.
Agua que lava y que ensucia. Que se mira o que se ignora. Que se alaba o que se increpa. Agua nostalgia. Agua molestia. Agua consuelo. Agua mentira. Agua verdad. Agua neblina. Agua ilusión. Agua que empieza y ya no termina. Agua que termina. Agua ritmo, agua silencio tenue.
Agua aplastada por el peso de los autos. Impulsada por la velocidad de los autos. Transportada en los cabellos, en los vidrios de los lentes o en los pañuelos mojados. Agua descansando en los techos, en las cornisas, en los escalones.
Agua aire. Sobre todo, contra los que avanzan. Agua aire contra los que permanecen quietos. Sobre sus perfiles. Alrededor de familias indecisas. Afuera de los establecimientos secos.
En la luz que se asomaba entre las persianas (y que yo imaginaba del color propicio), augurio de lluvia. De una lluvia plena de sonido, como música hecha por un instrumento.
1.8.08
When did you come to America III - Chocolate
Imagen: Servicio de chocolate, Luis Eugenio Menéndez Bodefón, siglo XVIII
Música: Chocolate, Los Parientes de Playa Vicente
27.7.08
gaviotas, 5:30
me gusta irme a dormir cuando sale el sol. No recuerdo desde cuándo. Tal vez, en realidad, nunca me haya gustado dormir de noche, y lo haga ahora sólo por costumbre, por olvido, por mansedumbre. Y sí, también me gusta mirar al sol amanecer en las nubes, en el cielo, en las ventanas de las casas, a veces, o en las superficies de los árboles - sobre todo, oírlo amanecer en los pájaros. Pero cuando voy a dormir sólo me lo imagino, o lo recuerdo, o un poco de ambos.
me gusta imaginar el mundo que apenas empieza, o que aún no empieza, o que está ya ansioso de empezar, o que se resiste - y yo aquí, acabando, apenas, sonriendo, claro, disfrutando el tiempo, que he ido haciendo mío mientras la obscuridad y los focos salen sobrando; que hago mío ahora, que me duermo, sin preocuparme mucho por las buenas costumbres, la sensatez, la lógica natural o civilizatoria, la indignación o el asombro.
el despertar es otra cosa. Pero, francamente, a quién se le ocurriría pensar en eso cuando sólo está la dulzura, el triunfo mínimo, la usurpación silenciosa, insignificante, la revuelta de un infante que roba el dulce que es para él.
22.7.08
Las horas I - riddle and flower
Tres hermanos viven en una casa:
son de veras diferentes;
si quieres distinguirlos,
los tres se parecen.
El primero no está: ha de venir.
El segundo no está: ya se fue.
Sólo está el tercero, menor de todos;
sin él, no existirían los otros.
Aun así, el tercero sólo existe
porque en el segundo se convierte el primero.
Si quieres mirarlo
no ves más que otro de sus hermanos.
Dime pues: ¿los tres son uno?,
¿o sólo dos?, ¿o ninguno?
Si sabes cómo se llaman
reconocerás tres soberanos.
Juntos reinan en un país
que ellos son. En eso son iguales.
Casiopea, que podía ver lo que ocurriría en los próximos treinta minutos, sabía que Momo resolvería el acertijo.
¿Qué son las horas? ¿Dónde residen? ¿A dónde van? ¿De dónde han venido? ¿Existen? Momo decía que, a veces, le parecía escuchar una música, cuando observaba las estrellas en silencio. Una vez, en otro lugar, pudo escucharla con claridad:
Poco a poco, Momo se fue dando cuenta de que se hallaba bajo una cúpula inmensa, totalmente redonda, que le pareció tan grande como todo el firmamento. Y esa inmensa cúpula era de oro puro.
En el centro, en el punto más alto, había una abertura circular por la que caía, vertical, una columna de luz sobre un estanque igualmente circular, cuya agua negra estaba lisa e inmóvil como un espejo oscuro.
Muy poco por encima del agua titilaba en la columna de luz algo así como una estrella luminosa. Se movía con lentitud majestuosa, y Momo vio un péndulo increíble que oscilaba sobre el espejo oscuro. Flotaba y parecía carecer de peso.
Cuando el péndulo estelar se acercaba lentamente a un extremo del estanque, salía del agua, en aquel punto, un gran capullo floral. Cuanto más se acercaba el péndulo, más se abría, hasta que por fin quedaba totalmente abierto sobre las aguas.
Era una flor de belleza tal, que Momo no la había visto nunca. Parecía componerse solamente de colores luminosos. Momo nunca había sospechado que esos colores siquiera existieran. El péndulo se detuvo un momento sobre la flor y Momo se ensimismó totalmente en su visión, olvidando todo lo demás. El aroma le parecía algo que siempre había deseado sin saber de qué se trataba.
Pero entonces, muy lentarnente, el péndulo volvió a oscilar hacia el otro lado. Y mientras, muy poco a poco, se alejaba, Momo vio, consternada, que la maravillosa flor comenzaba a marchitarse. Una hoja tras otra caía y se hundía en la negra profundidad. Momo lo sentía con tal dolor como si desapareciera para siempre de ella algo totalmente irrepetible.
Cuando el péndulo hubo llegado al centro del estanque, la extraordinaria flor había desaparecido del todo. Pero al mismo tiempo comenzaba a salir, al otro lado del estanque, del agua negra, otro capullo. Y mientras el péndulo se acercaba lentamente a él, Momo vio que el capullo que comenzaba a abrirse era mucho más hermoso todavía. La niña dio la vuelta al estanque para verlo de cerca.
Después de observar, con algo que tal vez haya sido muy similar al amor, varios capullos más abrirse y marchitarse, Momo comenzó a escuchar:
... los sonidos se volvían más y más claros y brillantes. Momo intuyó que era esa luz sonora la que hacía nacer de las profundidades del agua negra cada una de las flores de forma cada vez diferente, única e irrepetible.
Cuanto más escuchaba, más claramente podía distinguir voces singulares. Pero no eran voces humanas, sino que sonaba como si cantaran el oro, la plata y todos los demás metales. Y entonces aparecieron como en segundo término voces de índole totalmente diferente, voces de lejanías impensables y de potencia indescriptible. Se hacían cada vez más claras, de modo que Momo iba entendiendo poco a poco las palabras, palabras de una lengua que nunca había oído y que, no obstante, entendía. Eran el sol y la luna y todos los planetas y las estrellas que revelaban sus propios nombres, los verdaderos. Y en esos nombres estaba decidido lo que hacen y cómo colaboran todos para hacer nacer y marchitarse cada una de esas flores horarias.
Y, de pronto, Momo comprendió que todas esas palabras iban dirigidas a ella. Todo el mundo, hasta las más lejanas estrellas, estaba dirigido a ella como una sola cara de tamaño impensable que la miraba y le hablaba.
Y le sobrevino algo más grande que el miedo.
El profesor Hora le explicó, después, que el lugar al que la había llevado era su propio corazón, y que cada corazón era un lugar similar. Cada flor, una hora. Única, ciertamente, e irrepetible, pero, sobre todo, bella - las flores eran (son, tal vez) inefable belleza creada por algo así como la música de las esferas.
Life holds one great but quite commonplace mystery. Though shared by each of us
and known to all, seldom rates a second thought. That mystery, which most of us
take for granted and never think twice about, is time.
Calendars and clocks exist to measure time, but that signifies little because we all know that an hour can seem as eternity or pass in a flash, according to how we spend it.
Time is life itself, and life resides in the human heart.
Fragmentos: Momo, de Michael Ende.
Ilustración: Momo y Casiopea, por Dagmar Meinders
17.7.08
When did you come to America II - To be or not to be: Spanish, Mexican, Latin
Without hesitation, the strangest, the single most irrelevant question anyone has ever asked me: What color are you? Válgame el señor. Así, cruzando la calle, con un movimiento que denotaba cierta indignación, cierto extrañamiento ante el hecho, seguramente frunciendo el ceño, como si yo fuera responsable o culpable de algo, como si yo debiera responder a alguna falla en la clasificación, o, más bien, como si yo fuera la falla, como si hubiera cometido alguna especie de pecado al no caber del todo en ninguna de las cajas. Y no es que no quiera a J. (ni tampoco que ella tampoco me quiera, pues), pero preferiría que usara la palabra nada más para decirme qué bien combinan mis zapatos con mi blusa, o que cómo me atreví a salir con esas calcetas, o para hablar de sus pinturas.
9.7.08
3.7.08
colores que no están
En la tarde, caminando y viendo hacia abajo, vi unas frutitas rojas en el pasto. Recordé que mi amiga Bárbara me había dicho que los cerezos acá no daban cerezas, pero éste, que se asomaba por encima del muro, sí tenía. Tuve que interrumpir la historia que Rydra me estaba contando para mirarlo de cerca: escogí una que se viera buena, estiré la mano y la arranqué. El color era mucho más claro, rojo como pintura de kinder, y al morderla, vi que por dentro era blanca. Le dí una mirada de complicidad a Rydra, le pregunté si creería que pudieran ser venenosas, pensé que los pájaros seguramente se las comían, me la terminé y jugué con el huesito en mi boca, hasta que regresamos a la casa, cerca de las nueve de la noche.
30.6.08
Dedos de luna
Ilustración: Leonel Maciel.
25.6.08
En busca del tiempo perdido VI
21.6.08
sobre algunas voces
7.6.08
When did you come to America I - América
América. Amerigo, Ameriga, America. América. A un filólogo habría que preguntarle. Americus, América. O a un historiador. Por ahí encontré que el nombre es de origen germano, y significa "signore nella sua patria", ¿señor en su patria, podría decirse? ¿O señor en su propia patria? ¿O señor de su patria, o de su propia patria? Otra versión era "potente nella sua patria". Recuerdo también que, en las clases de la Miss Lupita, me intrigaba y me intrigaba por qué el continente no se llamaba más bien Colona, o algo por el estilo. Podría también preguntar, supongo, porqué no se llama Américo. La patria. Qué ambigua combinación de implicaciones masculinas y femeninas; la masculinización de la tierra (al menos para aquellas lenguas en que las cosas tienen géneros y que coinciden en que el sustantivo es femenino); la feminización de... ¿el padre? ¿un cierto orden? ¿un cierto poder? Vaya, si nos pusiéramos freudianos, o junguianos...
América. Lo repito para no desviarme. América. O para evocar algo. América. O para tratar de dilucidarlo. América. América. Queriendo imaginar el tono, tal vez, con que habría resonado la palabra en boca de Bolívar, o de Martí, o de Fray Teresa de Mier; o del propio Amerigo, incluso, o de Colón, o de Cortéz, o de algún alto gobernante inca que se rehusó a ser vencido, o de su hija, o de su nieto, o de un cacique, o de Malintzin, o de un sacerdote de Texcoco, o de Isabel la Católica, o de Sor Juana, o de Garcilaso, o de Sahagún, o de Gante, o de Carlos III de España; o de un esclavo que huyó al norte a buscar su libertad, o sí, también, en boca de Franklin o Lincoln, o de un quákero, o de un cubano, o de un irlandés, o un italiano, o un hindú; o de un japonés, o de otro japonés; o en qué tan diferente habría sido el tono en boca de un chino que cruzó el pacífico para comerciar en Acapulco del de uno que lo cruzó para construir vías del tren, o de la de un nativo que vió cómo las mismas interrumpían un ancestral camino (ya me detengo, a pesar de lo que excluyo... la lista sería interminable). Aunque pienso, también, y sin poder evitarlo, en cómo suena la Amerika de Mano Negra, o en las voces de García Lorca, de Elvis Presley, de Withman, de Vasconcelos o de Jimi Hendrix - y apenas me atrevo, sin poder evitar sentir vergüenza al saber que no sé de lo que hablo, a mencionar la de alguien que de noche cruza la frontera. Resumo: plétoras de voces, más que millones, que se multiplican en la geografía, en la historia y en el tiempo que transcurre o transcurrió para cada una.
América. La pronuncio, para descubrir cómo suena con mi voz.
to linger
5.6.08
Cronopios 72 - Oh, make me a mask!
Pero bueno, decía yo que esperaba toparme con algún cronopio total, absoluto, definitivo... alguien capaz de escapar a la realidad al mismísimo tiempo que y justo a través de la develación de sus mecanismos. Pero, lo sé, tal es un ejercicio prácticamente sobre humano, un sacrificio, sí, tal vez... y eso no se le puede pedir a nadie. En tales circunstancias, he decidido en esta ocasión recurrir a uno de los de Cortázar - a Johnny Carter, su Charly Parker.
Y bueno, qué más cronopez se puede pedir que al Sr. Kerouac en homenaje a Charlie?
Acá se puede leer el cuento completo... y disfrutar de una foto de otro bello cronopio.
31.5.08
una forma de ser silencio
Entonces me parecía que sólo contemplar una flor era un tanto egoísta, como sólo preocuparse por el propio placer, sin cuidar del otro. Pero tal vez ahora entiendo lo que quería decir - el sentimiento me acarició, sin que lo esperara, la otra noche al mirar un recuerdo.
24.5.08
Aretes, café
Comparto tu ingenuidad, soy casi una profesional de la candidez, asumo que durante años he sido la mismísima encarnación de caperucita roja. Pero hay mañanas en las que salgo de casa pensando que ya no quiero ser así, y me repito esto ante cualquier extraño que quiere acercarse: la naturaleza del ser humano es de una desconfiabilidad que rebasa cualquier prueba. A veces me gustaría, sólo por curiosidad -y ese es vicio de caperucita-, saber qué poder tienen los pelos y los dientes de los extraños para atreverse a preguntar a qué dios le reza uno. Más práctico sería fingirse sorda, pero tampoco soy práctica. Me gusta irme por el camino largo, y cuando más doloroso se vuelve el trayecto la voz de mis tripas me recuerda que no hay razones para angustiarme, al fin que ya conozco el camino de regreso.
6.5.08
Óyeme con los ojos
- Kew Gardens, Virginia Woolf
"Lucky it isn't Friday," he observed.
"Why? D'you believe in luck?"
"They make you pay sixpence on Friday."
"What's sixpence anyway? Isn't it worth sixpence?"
"What's 'it'? What do you mean by 'it'?"
"O, anything, I mean... you know what I mean."
Long pauses came between each of these remarks; they were uttered in toneless and monotonous voices. The couple stood still on the edge of the flower bed, and together pressed the end of her parasol deep down into the soft earth. The action and the fact that his hand rested on the top of hers expressed their feelings in a strange way, as these short insignificant words also expressed something, words with short wings for their heavy body of meaning, inadequate to carry them far and thus alighting awkwardly upon the very common objects that surrounded them, and were to their inexperienced touch so massive; but who knows (so they thought as they pressed the parasol into the earth) what precipices aren't concealed in them, or what slopes of ice don't shine in the sun on the other side? Who knows? Who has ever seen this before? Even when she wondered what sort of tea they gave you at Kew, he felt that something loomed up behind her words, and stood vast and solid behind them; and the mist very slowly rose and uncovered. O, Heavens, what were those shapes? little white tables, and waitresses who looked first at her and then at him; and there was a bill that he would pay with a real two shilling piece, and it was real, all real, he assured himself, fingering the coin in his pocket, real to everyone except to him and to her; even to him it began to seem real; and then... but it was too exciting to stand and think any longer, and he pulled the parasol out of the earth with a jerk and was impatient to find the place where one had tea with other people, like other people.
"Come along, Trissie; it's time we had our tea."
"Wherever does one have one's tea?" she asked with the oddest thrill of excitement in her voice, looking vaguely round and letting herself be drawn on down the grass path, trailing her parasol, turning her head this way and that way, forgetting her tea, wishing to go down there and then down there, remembering orchids and cranes among wild flowers, a Chinese pagoda and a crimson crested bird; but he bore her on.
- Kew Gardens, Virginia Woolf.- ¡Suerte que no es viernes!
- ¿Por qué? ¿Crees en la suerte?
- Los viernes te obligan a pagar seis peñiques.
- De cualquier modo, ¿Qué son seis peñiques? ¿Es que esto no ha valido
seis peñiques?
- ¿Qué es "esto"? ¿A qué te refieres al decir "esto"?
- ¡Oh!, a nada... quería decir... bueno, tú sabes a qué me
refería.
Cada uno de sus comentarios estuvo separado por largas pausas; hablaban con voces monótonas y graves. La pareja permaneció inmóvil en el borde del macizo de flores, y juntos enterraron la punta de la sombrilla en la tierra floja. La acción y el hecho de que su mano quedara sobre la de ella expresaba sus sentimientos de un modo extraño, así como aquellas breves e insignificante palabras también habían expresado algo, palabras de alas cortas para el pesado cuerpo de su significado, inadecuadas para volar lejos, y que por eso iluminaban torpemente los objetos comunes que los rodeaban, demasiado imponentes para su tacto inexperto; pero, ¿quién podía saber (así pensaban mientras hundían la sombrilla en la tierra) qué precipicios no se ocultarían o qué laderas de hielo no brillarían al sol en otra parte? ¿Quién podría saberlo? ¿Quién ha visto eso antes? Aunque ella se preguntaba qué clase de té servirían en Kew, él sentía que algo se escondía tras las palabras y se erguía grande y sólido frente a ellos; y la neblina se levantó muy lentamente... ¡Oh, cielos!, ¿qué eran aquellas formas?, mesitas blancas y camareras que primero la verían a ella y luego a él y habría una cuenta que él pagaría con una auténtica moneda de dos chelines, y era real, todo era real, se aseguró a sí mismo, acariciando la moneda en el bolsillo, real para todos menos para él y para ella; aunque también para él comenzaba a ser real y entonces... pero era demasiado excitante para permanecer allí y pensarlo por más tiempo, así que extrajo la contera del paraguas de la tierra con un brusco tirón y sintió impaciencia por encontrar el lugar donde uno bebe su té junto con otras personas, igual que las otras personas.- Ven, Trissie, es hora de tomar el té.
- ¿Dónde se toma el té aquí? - preguntó ella con una extraña excitación en la voz, mirando vagamente en rededor suyo y dejando que él la condujera por el sendero de pasto, sacudiendo el paraguas, volviendo aquí y allá la cabeza, olvidándose del té, deseando descender ahí y luego en aquel lugar, recordando orquídeas y grullas entre las flores silvestres, una pagoda china y un pájaro de cresta carmésí. Pero él la conducía.
(En Los Universitarios, trad. de Sergio Pitol)